AL LÍMITE DE LA DEPRESIÓN ”Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila
"He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada
uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está
conmigo" Juan 16:32
La vida es un camino, que nos lleva a confrontar un sin número de desafíos, donde muchos de ellos nos resultarán incomprensibles, a causa del grado de entendimiento
alcanzado al momento de vivirlos, muchos de ellos nos conducirán a una profunda confusión y a no mediar
de una Luz que nos ilumine, corremos el peligro de ser arrastrados al límite de una depresión, de donde es muy difícil salir por nuestros propios medios.
Esto es el reflejo de muchas personas, fue también la mía, y puede ser también la
tuya.
La vida nos brinda maravillosos momentos de regocijo, de amor, de amistad y de alegría, como también momentos de soledad, de dolor y angustia, los que
sin duda cumplen un papel importante en el desarrollo del
Propósito divino para los hombres.
Son las dos caras inevitables de la vida.
Son las dos caras inevitables de la vida.
El diseño y Propósito Divino para el hombre, es un misterio oculto, que por causa del pecado necesita ser revelado al hombre natural, pues sus ojos velados no lo puede ver ni entender, pero Jesús el Hijo de Dios lo ha dado a conocer.
"Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"
El pecado en su naturaleza nos oscureció el entendimiento, solo podemos creer en nosotros mismo, y en nuestras propias capacidades para buscar nuestra realización y felicidad.
Es una vida en constante insatisfacción.
"Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"
El pecado en su naturaleza nos oscureció el entendimiento, solo podemos creer en nosotros mismo, y en nuestras propias capacidades para buscar nuestra realización y felicidad.
Es una vida en constante insatisfacción.
Nadie sueña en sus aspiraciones de vida encontrarse en medio de una guerra, de una pandemia o algún desastre natural, de un divorcio, una traición, una pérdida lamentable, un accidente, una enfermedad o frente a la
muerte menos en la juventud.
La mayoría de las veces nos golpean
sorpresiva y agresivamente.
¿Cuántos de nosotros corríamos
erguidos creyendo que nada iba a detenernos?,
y en forma sorpresiva un duro golpe
nos detuvo.
Cuántos de nosotros en un instante vimos derrumbarse frente a nuestros ojos
nuestros sueños, inclusive aquellos que
pensábamos sinceramente eran de Dios.
Cuántos de nosotros hemos tenido que aprender con
humildad; que aunque algo sea la voluntad de Dios, no manejamos nosotros los tiempos para su cumplimiento.
O tuvimos que comprobar como Abraham, que
muchas de nuestras iniciativas "espirituales" no fueron más que un
estorbo, o un impedimento, para la
edificación que el Señor deseaba sobre su casa, sobre nuestra familia o sobre
nuestra vida.
El libro de “Lamentaciones” relata ese momento histórico en la vida del pueblo de Israel, donde tuvo que asumir con
resignación y angustia su fracaso como nación delante de Dios, sufriendo el despojo con dolor de su tierra, y de todo lo
que amaba, para vivir largos años de cautiverio en tierra
babilónica.
Fueron tiempos terribles de aflicción, al LIMITE DE LA DEPRESIÓN, que
sin duda a pesar del dolor les ayudó a crecer y ha madurar como nación.
Recordemos algunas de esas palabras registradas de ese momento histórico:
"Que se siente solo y calle, porque
es Dios quien se lo impuso;
Ponga su boca en el polvo, por si aún hay
esperanza;Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.
Porque el Señor no desecha para siempre;
Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;
Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres" Lamentaciones 3:28-33
Quienes conocemos el desenlace de esa
historia, podemos confirmar lo valioso y efectivo que resultó
ese tiempo de cautiverio, en el desarrollo y crecimiento de la fe de
esa nación. Fue de una conversión y sanidad profunda, de su idolatría y de su corazón dividido, fueron renovados en unidad y en esperanza en su Dios.
Amigo(a) s y hermano(a) s:
LOS TIEMPOS LÍMITES DE LA VIDA son
momentos de dolorosos, pero no para sentirnos solo y abandonados, son momentos de reflexión para enmendar
nuestros caminos, para encontrarnos y conocernos a nosotros mismos, para
mirarnos en Dios y para fortalecer nuestros lazos de dependencia, y de confianza en Él, el autor y consumador de nuestra fe.
Como lo expresa el sabio Salomón: “Mejor es
el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el
corazón”
Son MOMENTOS LÍMITES, para reconocer como sin darnos
cuenta empezamos a depender de nuestras
fuerzas, de nuestros razonamientos y emociones, de los sistemas humanos; de tradiciones y de posesiones materiales o de nuestras familias, y no de Cristo; quien ya no era la fuente y el fundamento de nuestra vida.
Esto no significa que Dios no desee
que nos amemos, y que no dependamos los unos de los otros. Él es un Padre de amor que ama a sus hijos, y desea que se amen, como Él nos ha amado.“Ámense unos a otros” porque son un cuerpo y miembros los unos de los otros.
Pero un cuerpo sin cabeza no tiene vida, y Él es la cabeza que sustenta, que nutre, e imparte vida al cuerpo.
La cabeza es irremplazable, nada ni nadie puede tomar su lugar en nuestras vidas.
¿En quién o en qué sustentas tu fe?
Debemos amarle a Él sobre todo, es el
primero y más grande mandamiento, pues de ello dependen todos los demás.
“No es bueno que el hombre esté solo”
Dios nos diseñó para ser parte de su familia, pero el pecado nos aisló, y nos hizo sentirnos como ovejas sin pastor frente a los desafíos de la vida que nos hacen experimentar la soledad y orfandad, donde podemos llegar al límite de una depresión.
Pero al reconocer nuestra pobreza de espíritu, podemos ser bienaventurados en medio de las adversidades de la vida, porque es la actitud que Dios anhela para abrir los cielos, para quitar el velo de nuestros ojos, y poder reconciliarnos con Él.
"Clama a mí, y yo te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces"
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó. Ni han subido al corazón de hombre. Son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”
Un corazón contrito y humillado Dios no puede despreciar.
Dios nos diseñó para ser parte de su familia, pero el pecado nos aisló, y nos hizo sentirnos como ovejas sin pastor frente a los desafíos de la vida que nos hacen experimentar la soledad y orfandad, donde podemos llegar al límite de una depresión.
Pero al reconocer nuestra pobreza de espíritu, podemos ser bienaventurados en medio de las adversidades de la vida, porque es la actitud que Dios anhela para abrir los cielos, para quitar el velo de nuestros ojos, y poder reconciliarnos con Él.
"Clama a mí, y yo te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces"
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó. Ni han subido al corazón de hombre. Son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”
Un corazón contrito y humillado Dios no puede despreciar.
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a
ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen; Más la
roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”Pero no siempre buscamos esos momentos de intimidad, pero en nuestra debilidad, bajo esos golpes de la vida el corazón se inclina a Él, es el amor de Dios que nos busca, que nos anhela celosamente y nos lleva a
reconocer esa profunda necesidad.
Es allí en la debilidad, cuando pensamos
que todo estaba perdido y que era nuestro fin, cuando lo descubrimos a Él quién siempre estuvo allí, esperándonos en esos momentos de soledad,
para consolarnos, para revelarnos su amor e iluminar nuestra
oscuridad.
Quién no lo ha descubierto allí, no ha descubierto el más maravilloso misterio de la vida, no conoce y no puede apreciar la sabiduría de Dios contenida en esos maravillosos momentos de soledad.
El velo fue rasgado en dos, y fueron abierto los cielos en un camino de luz, fue en una noche de angustia en Getzemaní, en la humillación de un calvario y la soledad de una cruz, donde en abandono murió el Hijo de Dios.
Más no estaba solo en su dolor, el amor
del Padre fue su consolación, para ver el fruto de su aflicción.
Hay momentos límites de depresión, donde descubrimos lo
profundo de su amor, la dicha del perdón, de su consolación y su gran salvación.
¡Que maravillosa revelación!
¡Que maravillosa revelación!
Hay momentos al límite de la depresión.