lunes, 26 de septiembre de 2016

AMOR QUE NO SE RINDE

AMOR QUE NO SE RINDE "Una reflexión en el camino" 
Por Guillermo Ávila


“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” Génesis 2:24

“Por esto dejará el hombre...”. "Por esto" marca el fundamento, la revelación del Propósito de Dios para el matrimonio, por el cual nuestro Padre diseñó e integró en la naturaleza humana este llamado de amor para todo hombre y  mujer, a dejar la casa de sus padres y establecer una unidad, de ser una sola carne para una establecer familia.

Los hombres no pueden negar e impedir esta fuerza en su naturaleza, pero en su oscuridad las razones para hacerlo nacen de su propia mente y corazón extraviado: Satisfacción sexual, huir de su casa, evitar la soledad, hacerlo porque todos lo hacen, etc

Sin duda Dios por creación integró este llamado a fructificar y multiplicarse en todos los seres vivos, pero solo en el hombre, a quién creó a su imagen conforme a su semejanza, integró su Propósito Eterno y maravilloso de formar una familia, que expresara sus virtudes y alabanzas sobre esta tierra.

PROPÓSITO que brinda a los seres humanos la más plena satisfacción, placer y realización.
Sin Propósito, la relación entre los seres humanos no es más que una relación animal.
Sin Propósito, el amor entre un hombre y una mujer se transforma muchas veces, no más, que una incontrolada pasión egoísta.

La historia humana está marcada por hombres y mujeres, que desafiados en su naturaleza por este llamado del amor, han dejado la casa de sus padres con la esperanza de un amor para toda la vida, pero frente a los desafíos y dificultades de la vida que resultan insuperables, ven frustrados sus sueños, sin dar a luz ese fruto y ese linaje que soñaban.

Ante tal frustración muchos llegan a pensar equivocadamente, que el diseño divino ha fracasado y se deben buscar otras alternativa de unidad y conformación de las relaciones humanas.
El fracaso humano no significa que el diseño de Dios sea incorrecto o haya fracasado, es el hombre que ha desviado su camino, es el hombre que debe retomar la senda correcta para cosechar el fruto adecuado en su relación.
"LA BENDICIÓN DE DIOS" no es un acto mágico, la Bienaventuranza es para los que edifican en la ROCA y no sobre la arena. La Bienaventuranza es para los que oyen y HACEN conforme a la palabra de Dios.

Dios nos creó para alcanzar y vivir bajo su cobertura y su gobierno en amor. Su AMOR es la principal necesidad de la naturaleza humana, no satisfacerla, nos impide amar correctamente.
El pecado nos vació de ese amor, y nos desconectó de la verdadera FUENTE de amor.
Pero Dios nos amó de tal manera, que se dio así mismo por nosotros en su Hijo, se vació por nosotros en la Cruz, para derramar su amor sobre nuestros corazones y restaurar su Propósito en nosotros, rescatándonos de nuestra vana manera de vivir.

EL AMOR QUE NO SE RINDE. Es el amor de Dios en nosotros para el cumplimiento de SU PROPÓSITO sobre esta tierra.
ES SU AMOR derramado sobre nuestros corazones, el  amor que no cambia, el amor que no se agota, el amor que todo lo cree, el amor que nunca deja de ser, el amor que no se rinde que es fiel hasta el final, hasta consumar sobre esta tierra su voluntad.

Este AMOR no se puede comprar, ni fabricar, ni el hombre lo puede producir.
Es el fruto del Espíritu Santo en el corazón de los hombres, es el Don de Dios dado a los hombres. Es EMANUEL, Dios con nosotros y en nosotros.

Fue ese AMOR que cautivó a Abraham y Sara, y fueron desafiados  a dejar la casa de sus padres y unirse  al  llamado de ese amor para formar una familia (Una gran familia), y ser de bendición sobre esta tierra para todas las familias.

Tú y yo necesitamos ese amor, de lo contrario las adversidades y problemas de la vida, nuestras debilidades y errores, las tentaciones y las maquinaciones del maligno, destruirán la unidad y frustrarán los sueños de amor en nuestras familias.

Sin ese Amor, la muerte prematura vendrá sobre tu pacto de fidelidad y lealtad, sepultándolo en el dolor y la frustración, herida que no solo traspasará vuestros corazones, sino también el corazón de vuestros hijos, dañándolos en su crecimiento y formación.

EL AMOR QUE NO SE RINDE es el amor de Dios derramado en el corazón de los hombres, es el Amor que se hizo carne y habitó entre nosotros.
Es el amor del Hijo que dejó la casa de su Padre, y vino a conquistar nuestro corazón en un desafío de amor, salvación y bendición.
Como un Novio lleno de amor por su novia, habitó entre los hombres en un PACTO DE AMOR, de fidelidad y lealtad, dispuesto a llevarlo a cabo resistiendo toda oposición hasta el costo de su propia vida, con el propósito de hacernos una sola carne con Él. ¡Qué Grande Amor!
Aunque tú y yo hemos sido infieles, desleales, desobedientes, indiferentes, ingratos, y no hemos respondido a su amor, SU AMOR, que no se rinde, soportó la humillación, la traición y se dejó crucificar en una cruz.
EL AMOR QUE NO SE RINDE no está sujeto a los demás, ni a las circunstancias, tiene vida y razón de ser en si mismo, y la derrama sobre quiénes sedientos y necesitados de Él, se rinden a sus pies.

EL AMOR QUE NO SE RINDE tiene el Gozo de Dios en sí mismo.
EL GOZO de ver cumplidas las promesas de su Padre sobre nosotros, EL GOZO de ver nacer el fruto de su sufrimiento, el gozo que lo llevó a enfrentar el menosprecio y la cruz para ver un linaje que honrara a su Padre y le sirviera, restaurando su Propósito sobre esta tierra, para ser el primogénito entre muchos hermanos en la conformación de la Familia de Dios.

SU AMOR es tan Grande que traspasará la muerte, y se prolongará en una unidad inquebrantable con el hombre por toda la eternidad, consumándolo en una Gran Boda Celestial con el objeto de su amor, su Iglesia, su amada, la deseada de su corazón.

ES EL AMOR QUE TU Y YO NECESITAMOS en nuestras familias, en nuestros matrimonios. Es el Vino Nuevo que nos vuelve la alegría y una razón para vivir.

ES EL AMOR QUE NECESITA TODO HOMBRE Y TODA MUJER sobre esta tierra, que ha quedado por distintas razones de la vida sin formar familia, haciendo de Él, el  Gran Amor de su vida, como un esposo para la viuda, como un marido para el desamparado o desamparada.

Es el Amor que restaura en los hombres su Propósito Eterno, encontrando en ello su verdadera vocación.
Es EL AMOR QUE NO SE RINDE.