miércoles, 6 de abril de 2016

EDIFICANDO CASA EN EL SUEÑO DE DIOS

EDIFICANDO CASA EN EL SUEÑO DE DIOS
"Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Avila

Si el Señor no edifica la casa,
En vano trabajan los que la edifican,...
Por demás es que os levantéis de madrugada,
y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores;
Pues a su amado dará Dios el sueño:
"He aquí, herencia del Señor son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
Como saetas en mano del valiente
así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta"
Salmo 127

Cuando alguien se propone edificar una casa,  necesita  planos, un buen terreno, buenos materiales, recursos y conocimientos de construcción, para establecer buenas fundaciones que la sostengan frente a las discrepanciais del tiempo.

Pero no es esta "la Casa" que Dios quiere y promete edificar, es solo una figura, de la "verdadera Casa" que es espiritual, es la constitución del matrimonio entre un hombre y una mujer, con el propósito de establecer una familia conforme al Eterno Propósito de Dios.

Esa es la Casa que Dios quiere edificar, donde el terreno es el corazón, los planos la revelación, el conocimiento la sabiduría, y el fundamento es nuestro Señor.

Es la Casa diseñada por Dios, y que se edifica en su amor y su bendición.

LA BENDICIÓN, que en el huerto Dios entregó a Adán y Eva para su edificación, y que ambos despreciaron para su perdición.
LA BENDICIÓN, que después del diluvio Dios restauró en la familia de Noé, para preservar su Propósito y sueño de amor: "Tener una Gran familia, con muchos hijos a la imagen del Hijo de Dios".
LA BENDICIÓN, que Dios entregó a Abraham, para bendecir su familia, su linaje y su simiente, en la cual serían benditas todas las familias de la tierra.
LA BENDICIÓN DE DIOS, consumada en aquella cruz para que hoy en su Hijo, todos los hombres, todas las familias, y todas las naciones sean edificadas en el Sueño de Dios.

Sin esa BENDICIÓN,  todo es caos y todo es confusión, ¿Cuántos divorcios? ¿Cuántos fracasos? ¿Cuántos hijos carentes de una verdadera paternidad e una verdadera identidad?

Amigo(a)s y hermano(a)s:

¡No basta!,  no es suficiente "un corazón enamorado", no es ese el verdadero amor de nuestro amado.
"El enamoramiento" no tiene el poder ni la capacidad para creer, no sabe esperar y no sabe sufrir , no puede sostenerte en la adversidad, menos alcanzar el fruto de una verdadera unidad.

Muchos de tus sueños se desvanecerán junto con tu corazón, porque no tienen la esencia y la naturaleza de su eternidad.
"Demás es madrugar y venir tarde a reposarª nos declara el salmo, porque a su amado dará Dios el sueño, el sueño de abrazar su Propósito Eterno, que solo él sabe y quiere edificar.

EN EL SUEÑO DE DIOS

Los hijos, son herencia y bendición del Señor, son los hijos que preservarán su Propósito de generación en generación.
Las madres, dan valor y gran estima al fruto de su vientre, para dar a luz hijos que serán herederos de las promesas de Dios.
Los varones, son valientes para preservar la unidad, y pelear la  buena batalla de la fe.
Valientes, para defender su paternidad en la paternidad de Dios para junto a sus esposas criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor, para ver cumplirse en su familia el maravilloso Propósito de Dios.
En el sueño de Dios, su presencia es la garantía de su bendición. Son bienaventurados los que se disponen y colaboran para su edificación. No serán avergonzados los que en él han confiado, porque  enemigos de Dios y su Propósito siempre se han levantado.
No serán avergonzados, porque por sobre sus posesiones y por sobre sus emociones Dios los ha edificado.
Como dice otro salmo: "Dichoso el hombre que temes al Señor y es obediente en su amor. Comerá el fruto de su trabajo, será feliz y le irá bien. En la intimidad de su hogar, su mujer será como vid cargada de uvas; sus hijos, alrededor de su mesa serán como retoño de olivo, así será bendito el hombre que teme al Señor" y abraza el sueño de Dios.

Edificar en el Sueño de Dios, es edificar en su amor victorioso y triunfador.