sábado, 1 de septiembre de 2018

PRESERVADORES DE SU LINAJE

PRESERVADORES DE SU LINAJE "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila



¿Será quitado el botín al valiente?
¿Será rescatado el que es cautivo de un tirano?
Pero así dice el Señor:
"Quizás el cautivo sea rescatado del valiente y el botín sea arrebatado al tirano, pero yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos" Isaías 49:42-25

En Cristo los cielos han sido abiertos, para que cualquier hombre, en cualquier generación sobre esta tierra acceda por medio de la fe en su obra en la cruz, al TRONO DE LA GRACIA DE DIOS  para hallar misericordia, justicia, y oportuno socorro.

Dios en el sacrificio de su Hijo, clavó y anuló toda acta que nos era contraria, y aunque estábamos muertos espiritualmente, nos dio vida perdonándonos en la cruz, despojando a los principados y autoridades de maldad exhibiéndolos públicamente, y triunfando sobre ellos en la cruz.
La obra del Espíritu Santo es crucial para su cumplimiento en nuestras vidas, porque "¿Quién sabe lo que hay en el corazón de Dios, sino el Espíritu de Dios? y Dios nos ha dado su Espíritu, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido por medio de su Hijo; y al no saber como acceder al trono de la gracia como conviene su Espíritu Santo nos ayuda, y en nuestras debilidades intercede por nosotros delante del Padre, conforme a su voluntad.

Los hombres presionados por la infinidad de problemas que la vida les confronta, no pueden ver su maravilloso Propósito, y hacen que sus oraciones y peticiones se concentren solo en busca de soluciones a sus problemas, como ocurría con las multitudes que acudían a Jesús, para que les sanara y librara de todos sus males.
Jesús nunca rechazó, y no rechazará a ninguno que en medio de sus angustias le invoque, pero Él espera, que al experimentar su amor y gracia inmerecida, los hombres respondan a su llamado y vocación.
Lamentamos que muchos presenten hoy delante de los hombres, a un Jesús solo milagrero, sanador o proveedor de los problemas de la vida, como si Dios estuviera al servicio de los hombres; olvidando que nosotros fuimos creados para SU GLORIA Y PROPÓSITO.
Sin duda es maravilloso experimentar un milagro de sanidad, provisión, restauración, o ser rescatados de una condición de esclavitud, de injusticia y humillación, el Señor es sanador, proveedor y salvador, pero sobre todas las cosas es Señor, y quién le confiese como tal, su salvación ha llegado sobre su vida.

Fue sin duda, la maravillosa experiencia de José en Egipto, rescatado de la muerte que procuraron sus propios hermanos, revindicado de falsas acusaciones, y rescatado de un injusto encarcelamiento. Todo ello fue motivo de gozo y alegría para José, pero José tuvo que entender, como también nosotros necesitamos entender, que el PROPÓSITO ETERNO DE DIOS, es mayor que nuestras satisfacciones temporales por muy impactantes y gloriosas que hallan sido, como fue la resurrección para Lázaro, quién finalmente tuvo que morir, porque todo lo que es de esta tierra es pasajero y temporal. Nada es para siempre.
Al entenderlo José tuvo que perdonar a sus hermanos, y aceptar la soberana mano de Dios sobre su vida quién permitió mucho de sus sufrimientos, para llevar a cumplimiento la promesa de Dios a su tatarabuelo Abraham.
Así fue la confesión de José a sus hermanos:
"No se aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha sido Dios el que me envió aquí delante de ustedes para preservarles la vida"
Preservar el linaje de Abraham sobre esta tierra, estaba por sobre la vida y las circunstancias de José.

NUESTRO TEXTO DE REFLEXIÓN
"Quizás el cautivo sea rescatado del valiente y el botín sea arrebatado al tirano"
Es glorioso si así lo experimentamos una o más veces durante nuestra vida, como las Escrituras nos señalan hermosos testimonios de liberación y provisión, pero también nos entrega testimonios de muchos de sus hijos, que a través de su historia, no fueron rescatados y murieron como mártires por su llamado, y por hacer la voluntad de Dios. Muchos perdieron todo lo que poseían sobre esta tierra, pero caminaron  con Dios y muriendo por fe en la esperanza de sus promesas, sin recibir lo prometido, como Moisés, que murió sin pisar y disfrutar la tierra prometida a su pueblo.

No te dejes engañar, el llamado de Dios no es para ser millonarios o para no sufrir sobre esta tierra, ningún profeta, ni sus apóstoles fueron millonarios y vivieron exentos de sufrimiento, su llamado fue para vivir con Él y para Él, significó salir del mundo y renunciar a todo para vivir bajo su reino y hacer su voluntad, y muchos entregaron su vida por su vocación y llamado.
Era vivir para SU PROPÓSITO ETERNO, preservarlo sobre esta tierra, y traspasarlo en su linaje; como está escrito: "La palabra que he puesto en tu boca, y el Espíritu que he puesto en ti, no faltará en la boca de tus hijos y de los hijos de tus hijos, hasta la tercera y cuarta generación"
Fue la promesa de Dios a Abraham:
"¿Ocultaré a Abraham lo que voy a hacer, porque ciertamente Abraham llegará a ser una nación grande y poderosa, y en él serán benditas todas las naciones de la tierra?
Y YO lo he escogido para que instruya a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio, para que el Señor cumpla en Abraham todo lo que Él ha dicho acerca de él"

"Quizás el cautivo sea rescatado del valiente y el botín sea arrebatado al tirano, pero Yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos"
"Yo defenderá tu pleito y salvaré a tus hijos" fue el pacto de Dios con Abraham, y es el pacto de Dios con su pueblo.

Dios quiere edificar Casa para Él, es su sueño eterno, tener hijos a la imagen y semejanza de su Hijo, el Primogénito entre muchos hermanos.
La Simiente nacida de Abraham, prometida a Eva en el Huerto del Edén, y hecha carne en María la sierva del Señor.
Debe ser el anhelo de todos los matrimonios que se hacen uno en el Señor, por causa de su Propósito, comprometidos con su voluntad para ser preservadores de su linaje, porque entienden que los hijos son herencia de Dios, la mayor riqueza depositada por Dios en cada familia.
Es la razón de la indisolubilidad del matrimonio para Dios, es una unidad que da a luz hijos para Dios, y aunque somos imperfectos, y como padres nos equivocamos y cometemos errores muchas veces, nuestras oraciones delante del Padre deben ser perseverantes, y estar en concordancia con su voluntad y el establecimiento de su reino y de su pacto: "Yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos"
Dios aborrece el repudio, porque Él nos hace uno, porque busca descendencia para Él, y ambos padres son indispensables en este largo proceso de la vida.
Tal vez las circunstancias que has tenido que vivir, no sean las que tú hubieses escogido, pero son las que Dios te ha permitido vivir, y en ellas debes pelear tu batalla.
Como José, que por momentos se vio confundido en medio de sus circunstancias en Egipto, pero Dios estaba con José y completó su Propósito en su vida.
Las oraciones de su padre Jacob en el dolor de su presunta muerte, y su anhelo de ver el cumplimiento de su Propósito en su familia fue doloroso, pero Dios le permitió verlo y en su vejez bendecir a sus hijos. Jacob visualizó en Judá y José la prolongación de su fe, antes de partir de sobre esta tierra.
Como Isaac, que por años lloró la separación de sus hijos Jacob y Essaú, que también fueron el reflejo de sus propias divisiones como padres, y en la distancia y no sin dolor tuvo que pelear su batalla de fe, para ver cumplido el Propósito de Dios en sus hijos.
O como Abraham, que por momentos caminaba casi sin esperanzas sobre esta tierra delante de Dios, pero Dios estuvo con Abraham, con Isaac y con Jacob,  defendió su pleito y salvó a sus hijos y cumplió su Propósito en su linaje, así también Dios estará con nosotros.
Cómo no recordar las palabras de Jesús, en un momento doloroso de su servicio en la tierra, cuando les declara a aquellas mujeres que lloraban, al ser testigos de sus sufrimientos en la cruz: "Hijas de Jerusalén, no lloren por mi, lloren más bien por ustedes mismas y por vuestros hijos"
"Yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos"
Un llamado a pelear la batalla de la fe, y preservar el linaje de Dios sobre esta tierra.