viernes, 28 de diciembre de 2018

¿DÓNDE ESTÁ VUESTRA FE, DÓNDE ESTÁ VUESTRO CORAZÓN?

¿DÓNDE ESTÁ VUESTRA FE, DÓNDE ESTÁ VUESTRO CORAZÓN?  "Una reflexión en el Camino"
Un cambio de año en sí mismo, no traerá un nuevo tiempo.
Por Guillermo Avila



¡Maestro, Maestro, que perecemos!
Despertando Jesús, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza.
Y Jesús les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Lucas 8:24,25

¿Cuántos de nosotros, nos hemos encontrado en situaciones similares, a los discípulos de Jesús?
¿Cuántos de nosotros, nos hemos encontrado frente a un gran temporal de adversidades, sean familiares, económicas, de relaciones, de enfermedades, y aún de muerte; llenos de temor y miedo, e  impotencia frente a la vida?
Y en nuestra angustia y desesperación, clamamos a Dios, y pareciera que el cielo estuviera cerrado, y no hay respuesta a nuestras oraciones.
Esa era la condición de los discípulos, en su angustia y desesperación clamaban: ¡Maestro, Maestro, qué perecemos! mientras el viento y las olas arrasaban.
¿Cuál fue la respuesta de Jesús?
Fue una pregunta:
¿Dónde está vuestra fe?
Eso significa que podemos orar, y clamar frente a nuestros desafíos SIN FE, y una oración sin fe, no es oración, son solo palabras que se lleva el viento, generan frustración y desaliento, porque "la verdadera oración" es UNA OBRA DE FE.

Podría decirme a mí mismo "yo tengo fe", pero si mi oración no haya respuesta delante de Dios, y no tengo certeza de haber sido oído, es una oración sin fe, son solo palabras, que sólo yo me he podido escuchar.
"SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS"
La fe no es un resultado mental, no es un esfuerzo de la voluntad, la fe es espontánea, y brota y crece, en forma natural, cuando en nuestra relación con Dios involucramos nuestro corazón.
"Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón"
"Un corazón contrito y humillado, Dios jamás rechazará"

Debemos indagar con nuestro corazón su voluntad, no es pensar si debo ir allí o debo ir allá, es en el lugar donde me encuentre, en la circunstancia que me ha tocado vivir; sin importar mi pasado, o lo que esté viviendo, Dios busca, quién le adore en espíritu y en verdad, como lo hizo la mujer Samaritana, no importó su frustrante pasado, ella bebió del Agua Viva que Jesús le ofreció, y sació completamente su corazón necesitado.
¿Cómo saber si mi corazón está involucrado en la oración?
¿Cómo puedo saber que Dios me ama, si no correspondo a su amor en mi corazón?
Como está escrito:
"Pido y no recibo, porque pido solo para mi deleite, y no pensando en el deleite de Él"
Es pedir con un corazón no comprometido.
Si nuestro corazón no está comprometido, en nuestra relación con Él; más que amigo, podría ser enemigo de Dios en mis actitudes y acciones.

Cuando las circunstancias que nos toca vivir, y que tienen como propósito, estrechar nuestra relación  de amor con Él, nos alejan de su corazón, quejándonos, amargándonos, enojándonos; es la prueba de la pobreza de nuestro amor a Él, y saca a luz nuestras verdaderas intenciones e intereses en la vida.
Dios ama la verdad en lo íntimo, y no mira lo externo, sino mira en nuestro corazón.

¿Cuánto nos llevará aceptar la verdad, y dejar de culpar a otros?
¿Cuánto nos llevará dejar de victimizarnos, dejar de buscar fuera de mi, y reconocer la pobreza de fe en mi corazón?

Muchas de nuestras peticiones, y desafíos actuales, Dios ya los ha respondido en otras oportunidades pasadas, pero no supimos conservar la bendición, porque no involucramos en nuestra relación, nuestro corazón.

"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él"
"Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre.
No me elegisteis vosotros a mí, sino yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé"

¿Dónde está vuestra fe?
¿Dónde está vuestro corazón?


lunes, 3 de diciembre de 2018

LLEVAR FRUTO NO ES OPCIONAL

LLEVAR FRUTO NO ES OPCIONAL EN EL JARDÍN DE DIOS "Una reflexión en el Camino"
Por Guillermo Avila


Hace ya un tiempo en mi jardín tenía una planta, que por traspasarla a un macetero más grande, se marchitó y se secó; pasaron algunos meses y la planta no volvió brotar. Esperé un tiempo prudente, pero solo confirmaba su sequedad, y estuve a punto de arrancarla y expulsarla del jardín, porque: ¿A quién le interesa una planta seca que no da fruto, y que solo ocupa un lugar en el jardín?
Por consiguiente, decidí darle una última oportunidad; la regué, le mostré misericordia, y le declaré mi decisión: ¡O das fruto, o serás arrojada fuera del jardín! Así que en el nombre de Jesús le demandé fructificar, o su destino final sería el basurero.
Me tomé una semana para concretar mi decisión, y cuál sería mi sorpresa, que a los tres días comenzó a dar sus primeros brotes, luego vinieron las hojas, y hoy es una hermosa planta en  flor.

Cuando hice esta experiencia, fui inspirado por la demanda que Jesús hizo a una higuera que no tenía fruto, le demandó dar fruto, y al otro día al volver a pasar por el mismo lugar y no tenerlos, la maldijo, y la higuera se secó desde la raíz.
Mi pensamiento era que en un jardín, las plantas deben dar fruto para permanecer allí-
¿Cuánto más Dios demandará fruto, de quién él ha plantado en su Jardín?
"Vosotros sois plantíos de Jehová, para gloria suya"

Llevar fruto, no es opcional en el Jardín de Dios.

Jesús declaró a sus discípulos:
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto"

EL SUEÑO DE DIOS EN SU JARDÍN

El Huerto del Edén, fue el Jardín diseñado y creado por Dios, para que los hombres bendecidos, fructificaran y se multiplicaran sobre esta tierra. Era un lugar de comunión celestial, era la Casa de Dios, el cielo sobre esta tierra, donde SU SUEÑO, SU PROPÓSITO ETERNO sería prosperado; Una Gran familia de muchos hijos, a la imagen de su Hijo.
Fue en ese lugar que Dios plantó a nuestros primeros padres, su bendición los hizo aptos para llevar fruto, para servir, y hacer su voluntad.
Para Adán y Eva llevar fruto, no era una opción, era la voluntad de Dios para sus vidas y familias.

Jesús declaró a sus discípulos:
"Que todo pámpano que en mí no lleva fruto, mi Padre lo quitará"

No era suficiente permanecer en el Huerto y disfrutar de sus beneficios, llevar fruto, no era opcional.
Para Adán y Eva su desobediencia, y no llevar fruto para Dios no fue poca cosa, las consecuencias las sufrimos todos hasta el día de hoy, fueron expulsados del Huerto, y ninguna excusa pudo evitarlo, fueron echados fuera y perdieron su bendición, y se les prohibió el acceso a ese lugar.

Jesús declaró que en el Jardín de su Padre, su Padre es el labrador, y quien no lleva fruto, lo quitará, y añade más aún, lo echará fuera como pámpano, y se secará; y lo recogerán y lo echarán en el fuego donde arderá.
Ese es el fin, para quién no lleve fruto en el Jardín de Dios.

Llevar fruto, no es una opción para los hijos de Dios, es su voluntad.

"El que en mí no lleva fruto"
¿Puedes verlo? Podemos estar en él, y aún así no llevar fruto.
Porque muchos buscan permanecer en Dios, pero solo para sacar ventajas personales y temporales, para ser protegidos y cuidados, pero su corazón está lejos de querer llevar fruto para Él.

¿Estamos llevando fruto, para Dios?

Jesús también reveló, la razón de por qué no llevamos fruto.

PÁMPANOS SIN VIDA PROPIA

La razón enseñó Jesús, es que en el Jardín de su Padre, todos somos pámpanos, y un pámpano no tiene vida en sí mismo, en sí mismo somos inútil para Dios, y por nuestra naturaleza estamos destituidos de su gloria.
Fue un golpe tremendo al orgullo, y la soberbia humana, porque aunque nacimos fuera del Huerto, y sufrimos las consecuencias de ser mortales, como enfermedades, injusticias, pobreza, dolores, envidias, guerras, pleitos, muerte. Nos sentimos suficientes, y determinamos como si fuéramos dioses, y nadie nos derriba de nuestro altar.
Al nacer en el jardín de Dios somos solo pámpanos. Él es el rey, la autoridad máxima.
Y la única forma en que un pámpano pueda llevar fruto, es la vid le imparta su vida.
¿Cómo la vid puede impartir vida al pámpano?
¿Cómo Jesús puede impartir su vida, y permanecer en nosotros?
Jesús mismo lo reveló:
"Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor"
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él"
"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él"
La señal que Dios le había entregado a Juan el Bautista, para reconocer al Hijo de Dios, que manifestaría al Padre sobre esta tierra, era: "Sobre quién veas descender el Espíritu de Dios y que permanezca sobre Él, ese es el Cristo, quién bautizará a los hombres con el Espíritu Santo y fuego.
"Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" fue el testimonio del Padre.

Nadie puede permanecer unido a alguien que no ama.
Si no le amamos, Èl no puede permanecer en nosotros, no podemos guardar su palabra, no podemos obedecer, ni llevar fruto.
No digas qué amas a Dios, si no guardas su palabra. Su palabra no está separada de Él, del Padre, y del Espíritu Santo. Dios es uno.
Es la razón porqué Pedro no pudo guardarla, no pudo amarlo, y lo negó.
Vivió una noche amarga, de dolor y decepción, como muchas noches que tú y yo hemos vivido.
Jesús al restaurar a Pedro le preguntó: ¿Pedro me amas más que esto?
"Esto" representa tantas cosas en la vida, que cautivan y atraen a nuestro corazón.

El Huerto, es el Jardín de Dios, donde Él reina, donde Él derrama su amor y bendición, donde Él imparte su Vida para poder fructificar. El Padre es el labrador, el que limpia, y poda cada planta de su Jardín.

ESE JARDÍN ES TU CORAZÓN.
Tu corazón es el lugar de su morada, es su templo, es el cielo de Dios sobre esta tierra.
Tu corazón es el Huerto de Dios, es el lugar donde Dios pone su bendición, donde imparte su Vida, donde tenemos comunión con Él, donde Él permanece en nosotros, donde Él establece su gobierno, donde Dios prospera su voluntad.
Si no rindes tu corazón, Él no puede permanecer en ti. Él no puede hacer su morada en ti.
Un corazón oprimido, lleno de rencor, deprimido, lleno de ira y de ofensas por situaciones pasadas de las vida, no puede ser morada de Dios.
Si no quitas todas aquellas cosas que ocupan un lugar en tu corazón, y que no agradan a Dios, Él no podrá hacer morada en ti. Apagarás su Espíritu y menospreciarás su palabra. Debes vaciar tu corazón para Dios.
Jesús murió en una cruz, y derramó su sangre por ti, para que el Padre por medio de su sangre, pueda limpiar tu corazón.

El Padre que es el labrador, y quiere limpiar tu corazón, limpiarlo de rencores, de envidias, de orgullo,  soberbia, enojo, amarguras y falta de perdón, para que lleves fruto.

Si llevamos fruto, Él es glorificado en nuestras vidas, y seremos así sus discípulos.
Porque sólo un discípulo permitirá que el Padre lo limpie, lo corrija y lo discipline para llevar más fruto.
Cada vez que intentes llevar fruto en tus propias fuerzas, de ti mismo, solo cosecharás frustración y dolor.
"Porque sin mi, dice el Señor, nada puedes hacer"

Nadie puede vivir y hacer la voluntad de Dios, sin su Vida, sin el bautismo del Espíritu Santo, sin ser lleno del Espíritu Santo. No basta el conocimiento, necesitamos la revelación de su palabra en nuestro corazón, su palabra es Espíritu y Vida.
La revelación trae convicción, y la convicción trae vida real, el fruto espontáneo y natural de Dios, la expresión de su Vida en nosotros.
La clave no es el conocimiento, la clave es la Vida de Dios, por la FE en la obra De Dios en su Hijo Jesucristo, la Vid verdadera.
Llevar fruto  no es opcional, es la voluntad de Dios.