“DISCÍPULOS PARA EL REINO O ENREDADOS”
Por Guillermo Avila
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”
Debemos recordar que Jesús mandó a sus discípulos a “HACER DISCÍPULOS”, este es el mandato que encontramos en Mateo 28:19,20, y así lo entendieron sus discípulos.
“Por tanto, id, y HACED DISCÍPULOS a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
Encontramos que “hacer discípulos” no es una opción, es un mandamiento del Señor.
¿Por qué discípulos?
Porque un discípulo es un aprendiz, es una persona que se le puede enseñar a guardar lo que Jesús mandó.
Un discípulo, no sólo es alguien que cree en Jesús, porque hay muchas personas que creen en Jesús; pero no le obedecen.
Un discípulo es alguien que no sólo cree, sino obedece a Jesús, porque le reconoce como su Señor, amo y dueño de su vida.
Aún ni los dones y ministerios que el Señor establece entre los hombres, es una garantía de que somos discípulos de Jesús.
Jesús así lo advirtió: “¿No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”
¡Qué tremendo haber vivido engañado!
Sólo un discípulo vive para el Reino, y la restauración del Propósito de Dios sobre esta tierra.
Anunciar el Evangelio es sólo una parte de la Gran comisión; la Gran comisión incluye el es HACER DISCÍPULOS.
UN DISCIPULO
Un discípulo nace en el Reino de Dios, cuándo se arrepiente no sólo de sus pecados en la vida, sino del verdadero pecado, por el cuál Jesús murió en la cruz. El pecado de la rebeldía.
El pecado de la rebeldía es resistir la autoridad de Dios, su gobierno; ese fue el pecado de Adán y Eva, que los destituyó de la gloria de Dios; que los condenó a vivir sin su gobierno y cobertura, a sufrir la maldición de la tierra, la destrucción de su familia y la condenación de su linaje en los días de Noé.
Ese es el pecado mortal, que nos impide reconciliarnos con Dios; que nos impide cosechar el fruto de la bendición de Dios sobre nuestras vidas y familias.
Por eso, tanto Juan el Bautista, como el mismo Señor Jesús anunciaron: “El reino de los cielos se ha acercado, arrepentíos, y creed en el Evangelio”
Solo un verdadero arrepentimiento produce un cambio de actitud en el corazón.
Y el fruto del arrepentimiento no es:
“Te recibo en mi corazón”,
sino que es:
¡Señor, qué quieres que yo haga!
Por eso ante el anuncio apóstólico del reino de Dios, la respuesta de la multitud en Hechos cap. 2, fue:
¿Varones hermanos, qué haremos?
A lo que Pedro respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”
Es el nuevo nacimiento declarado por Jesús, donde:
“El que no nace del agua no puede ver el reino de Dios, y el que no nace del Espíritu no puede entrar al reino de Dios”
Porque allí somos rescatados de nuestra vana manera de vivir, somos librados de la potestad de las tinieblas que nos tenía cautivos; y somos trasladados al Reino de Jesús; para no vivir sobre esta tierra el tiempo que nos queda en la carne, ni satisfacer las pasiones humanas, sino para hacer la voluntad de Dios.
Sólo a un discípulo se le puede enseñar a guardar la palabra que Jesús mandó, porque ya no es rebelde a su autoridad, es una persona enseñable para el Reino de Dios. Y Jesús prometió estar con nosotros en esta misión, todos los días, hasta el fin del mundo.
Un discípulo, es un soldado del Reino, es un militante dispuesto a guardar todo lo que Jesús mandó, como:
Un hijo debe obedecer y honrar a sus padres, Un hermano debe amar y respetar a su hermano,
Un amigo debe velar por una verdadera amistad,
Un esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a su iglesia,
Una esposa debe respetar y sujetarse a su marido,
Los padres deben criar a sus hijos en toda disciplina y amonestación del Señor, y no provocarlos a ira.
La responsabilidad formativa continua en los suegros y abuelos; porque el Reino de Dios es de generación en generación,
Los trabajadores deben servir como al Señor, Los empleadores deben cuidar a sus empleados y no enseñorearse de ellos, etc.
El Reino de Dios abarca toda la vida; y no hay una separación entre lo secular y lo espiritual; porque para un discípulo todo es espiritual y un servicio a Dios.
Porque somos luz y sal de la tierra.
UN ENREDADO
Un Enredado es aquel que declarando creer en Jesús, tiene una vida sin compromiso con el Reino, sigue viviendo a su manera, sin la autoridad de Dios, y sin el Señorío de Cristo sobre su vida.
Un Enredado, vive enredado en las cosas de esta vida, amando el mundo y rechazando la vida de Dios. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene de Dios.
Cómo declara Pablo en nuestro texto: “Se enredada en los negocios de la vida” tal vez no son grandes pecados, son parte de la vida natural, pero ha torcido las prioridades del Reino sobre su vida; amando más a su familia que al Señor, amando más su trabajo que al Señor, amando más sus entretenciones, como los deportes y juegos, que al Señor.
Un Enredado no tiene testimonio en su familia, y no puede traspasar la fe a sus hijos; porque es un oidor y no hacedor de la palabra: porque
Jesucristo no es el Señor de su vida, aunque así lo declare con su boca, porque no lleva frutos para el Reino, porque su corazón no está dispuesto para Él. Y dónde está su corazón, allí estará su tesoro.
Aún los ministros del Señor, no solo deben ser usados por Dios, sino como discípulos deben ser aprobados por Dios.
Jesús enseñó respecto al corazón:
Mateo 13:20 Su corazón está lleno de pedregales, y aunque recibe la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero al no tener raíz es de corta duración.
Mateo 13:22 Su corazón está lleno de espinos, recibe la palabra; pero el engaño de las riquezas y los afanes de este mundo, la ahogan, y no le permite fructificar.
Amigo(a) y hermano(a):
Si quieres ver días mejores, si quieres cosechar los frutos del Reino, debes salir de tu enredo, y dejar de ser un “Enredado”
¿Qué debes hacer?
Arrepentirte, confesar tus pecados; reconocer tu rebeldía frente a la autoridad de Dios y su palabra; y volverte a Dios de todo tu corazón; y
Dios quitará esos pedregales, espinos; y te hará una tierra fértil para Él.
Dios te perdonará, restaurará tu vida, tu relación con Él; y verás el comienzo de un nuevo tiempo. un tiempo de refrigerio, de gozo en el Espíritu Santo, y paz en Dios.
¿Qué harás frente al Señor y su palabra?
Sal de tu vida “ENREDADA” , abre tu corazón al Señor, y disponte a obedecer; porque la bendición de Dios, los frutos del Reino, son para los que le obedecen.
No sigas engañado, Dios no puede ser burlado; todo lo que el hombre sembrare eso también cosechará.
Yo también estuve engañado, y no coseché todos los frutos del Reino que esperaba, pero Dios me restauró, restauró mi familia; y hoy Yo y mi casa servimos al Señor; y también quiere hacerlo contigo.
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda (un discípulo) enseñó Jesús; es el que me ama; y será amado por mi Padre; y yo le amaré, y me manifestaré a él”
“El que me ama insistió Jesús, mi palabra guardará (un discípulo); y mi Padre le amará; y vendremos a él, y haremos morada con él”
¿No es maravilloso? ¿Por qué esperar?
No sigas enredado.