¡NO PEDIRÉ,
NO TENTARÉ A DIOS! "Una reflexión en el camino"
Por
Guillermo Ávila
“Habló
también Jehová a Acaz, diciendo: Pide para ti señal de Jehová tu Dios,
demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto” Isaías
7:10,11
Parece
incomprensible e ilógica la respuesta de
este rey de Judá ante la invitación de
parte de Dios a pedir un “milagro”,
de pedir una intervención sobrenatural
en medio de su crisis.
Acaz se
encontraba aterrorizado y lleno de miedo ante la inminente invasión de dos
reyes enemigos, Peka rey de Israel
(reino dividido del norte) cuya capital era Samaria, y Rezin rey Sirio cuya
capital era Damasco, ambos se habían confederado para combatirla, destruirla y
repartirla, por causa de su negativa de aliarse con ellos contra Asiria.
Las Escrituras describen así ese momento de angustia de Acaz: “Se le estremeció el corazón, y el corazón del
pueblo, como se estremecen los árboles en el monte a causa del viento”
El temor se
había apoderado del rey y de todo
Jerusalén, se sentían sobrepasados en sobremanera, ya poco tiempo atrás Peka les
había invadido, destruido sus ciudades
y les había matado en un día 120.000 de sus guerreros.
¿Quién no ha
sido estremecido en su corazón enfrentado ante una mala noticia, ante una crisis?
Dios mostrará que siempre
está presente en medio de nuestras crisis, a pesar de nuestra condición espiritual, Dios siempre deseará traer luz a
nuestra oscuridad.
Dios siempre busca revelar
la verdadera causa de nuestros sufrimientos, y mostrarnos en su amor SU
SALIDA. Esta sería la experiencia del rey
Acaz.
Acaz fue uno
de los reyes más malos de Judá, no hizo lo recto, ni apreció el consejo de Dios
en sus decisiones: Cerró las puertas del templo, apagó las lámparas del Santuario, suspendió
los sacrificios y la adoración a Jehová su Dios, despidió a los sacerdotes y
edificó altares a dioses paganos, ante quienes sacrificaría al fuego a su
propio hijo.
Como consecuencia de sus decisiones, Acaz sufrió
derrotas y fracasos, trajo dolor, muerte y
sufrimiento a su pueblo.
No buscó a
Dios, ni humilló su corazón, antes buscaría alianzas humanas, recurriría a recursos temporales y pediría ayuda al rey Tiglat-Pilezer de Asiria, a
quien le ofrendaría los utensilios
sagrados de oro del Santuario del templo de Jehová su Dios.
Había puesto su esperanza en los hombres y no en Dios.
Había puesto su esperanza en los hombres y no en Dios.
En medio de
su confusión y temor, Dios envía a su
profeta Isaías para llevarle una palabra de fe y esperanza para él y para su
pueblo: “Acaz,
guárdate y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón, porque el plan de estos dos
reyes contra ti no subsistirá, ni será”
“Estos dos
reyes son como tizones que humean y se están consumiendo, y dentro de sesenta y cinco años, ambos dejarán de ser pueblos”
¡Qué
reconfortante noticia para un momento de
crisis! ¡Qué palabras más consoladoras le enviaba Dios! ¡Eran para saltar y danzar de alegría!
¡Acaz solo tenía
que confiar y creer! Sus enemigos no eran
tal.
Dios lo
estimula y lo desafía a creer: “PIDE PARA TI SEÑAL DE JEHOVÁ TU DIOS,
demándala ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto”
¡Qué oportunidad le concede Dios! ¡Acaz no importa
lo difícil que sea, Yo lo haré!
¡Pide y
recibirás! ¡Clama a mí y Yo te responderé! ¡Invócame en el día de tu angustia, y te
libraré!
Pero Dios le
advierte que si no cree, de cierto no permanecerá.
¿Cuántas
promesas Dios le ha dado a su pueblo?
¿Cuántas
veces Dios nos ha desafiado a creer y a confiar en su poder sobrenatural en
medio de nuestras crisis?
¿Y cuál ha
sido nuestra respuesta a su invitación de amor?
Hubo un
silencio profundo en el cielo, hubo expectación por la respuesta de Acaz a la propuesta divina, ¿Qué respondió Acaz?
¡NO PEDIRÉ, NO TENTARÉ A JEHOVÁ!
Acaz estaba
cegado, obstinado en su incredulidad y
en poner su confianza en los recursos y estrategias humanas,
y no confiar en los recursos de Dios.
¿Cuántas
respuestas similares llegan cada día
delante de su trono?
¿Cuántos
como Acaz, prefieren sufrir y arrastrar al dolor a sus familias y a sus
pueblos, negándose a creer y confiar
en su creador?
Acaz escondía su hipocresía y su obstinación de incredulidad detrás de una máscara de FALSA RELIGIOSIDAD:
¡NO TENTARÉ A JEHOVÁ!
Si respondía solo ¡NO PEDIRÉ!, lo culparían del desastre de la nación a su incredulidad.
Acaz sabía que si Dios le respondía y lo salvaba
en forma sobrenatural, estaría obligado a creer, estaría obligado a honrarle y servirle. Tal compromiso y responsabilidad no estaba en su
corazón incrédulo, Dios estaba descubriendo su corazón.
Así también
hoy, HAY MUCHOS QUE NO PEDIRÁN, que NO
HUMILLARÁN SU CORAZÓN delante de Dios en
medio de sus crisis, preferirán seguir en su dolor y arrastrar al desastre y al fracaso a sus familias, porque
no están dispuestos a cambiar, a honrar y a servir al Señor, quien desea
salvarles y bendecirles.
¡OID
ACAZ Y TODA LA CASA DE DAVID! Irrumpe Isaías en
su celo profético:
¿Os es poco
el ser molesto a los hombres, sino que también lo seas a mi Dios?
ASÍ TE DICE TU DIOS: “A pesar de
ti y de tu incredulidad, Dios cumplirá su palabra, y estos dos reyes dejarán de
ser pueblos, pero no podrás impedir el dolor y el sufrimiento sobre tu casa y sobre Jerusalén. Los Asirios en quién tú has puesto tu confianza se volverán
contra ti, te humillarán y avergonzarán. Destruirán tus ciudades y llevarán cautivos
a tus mujeres y niños. No podrán impedir
el cautiverio Babilónico, pero no todos morirán, un remanente volverá y hará mi
voluntad en la tierra que yo les he dado y seré glorificado en ellos”
“Porque una
virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel, esa será mi señal sobrenatural que confirmará que Yo he hablado”
Dios es
soberano y reina sobre todos los reinos de los hombres, El siempre tiene el control.
Esta "señal profética" tuvo su pleno cumplimiento en los días de la encarnación del Hijo de Dios, Emanuel, Dios con nosotros.
La muerte de
Acaz fue sin gloria, y no se le permitió ser enterrado en el lugar de los
reyes de Judá, fue uno de los reyes más malos sobre la nación.
¿Qué harás
tú en medio de tus crisis?
¿En quién
pondrás tu fe y tu confianza?
"Maldito el hombre que confía en el hombre y bendito el hombre que confía en Jehová su Dios"
"Maldito el hombre que confía en el hombre y bendito el hombre que confía en Jehová su Dios"
El justo por
su fe vivirá, y lo que vive en su carne lo debe vivir por la fe del Hijo de
Dios, porque sin fe, nadie puede agradar a
Dios.
Sin fe no escribirás tu historia en Dios, y no trascenderás en Él, de cierto no permaneceréis.
El es galardonador de los que le buscan:
El es galardonador de los que le buscan:
¡Invócame en
el día de tu angustia, te libraré y tú me honrarás!
¡Clama a mí,
y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces!
¡Todo lo que
pidas al Padre en mi nombre enseñó Jesús, Él lo hará, para que vuestro gozo sea cumplido! porque Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.
Nunca
respondas a su invitación de buscarle: ¡NO PEDIRÉ, NO TENTARÉ A DIOS!
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