miércoles, 2 de enero de 2019

"CON UN CORAZÓN LIBRE"

"PADRE PERDÓNALOS" Una reflexión en el camino
Por Guillermo Avila


"Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen" Lucas 23:34

El cristianismo habita en el corazón del hombre, allí se edifica la fe, todo a partir de ese día especial, cuando escuchamos su voz, y abrimos la puerta del corazón, y Jesús vino a morar en nosotros.
Es el milagro del nuevo nacimiento, del nacer del Espíritu de Dios, como está escrito:
"He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz, y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo"
¿No fue maravilloso experimentar su presencia, su perdón, y salvación?
Quién no lo ha vivido no lo puede entender, le es locura.
Pero eso es pasado, y no podemos vivir la vida cristiana de experiencias pasadas, por muy hermosas que estas hayan sido; necesitamos su vida renovada cada día.
Dios busca darnos vida permanente y abundante, esa es la Vida Eterna.
Una Vida que no se agota, que no se gasta con el tiempo; porque todo lo que es de Dios es eterno, su vida, su poder, su gloria, su sabiduría, su amor, su gozo, y su salvación.
¿Porqué experimentamos a veces, esa sensación de pérdida?
¿De que su amor y su poder ha menguado, y que su fe en mi se ha debilitado?
¿Acaso se debilita Dios?
En ninguna manera, Dios nunca se debilita, nunca se agota, nunca se cansa, nunca se duerme, nunca deja de ser; soy yo, el que me agoto, el que me canso, y el que me debilito.

¿Qué hace que nos quedemos sin su vida, y que nos vaciemos de su aliento?

Que descuidemos el lugar de su morada, el lugar de contacto entre nuestro espíritu y el Espíritu de Dios, donde Dios nos imparte su Vida de resurrección, NUESTRO CORAZÓN.
El Espíritu de Dios es una persona muy sensible, y fácilmente le podemos contristar y apagar, es la razón, porqué debemos cuidar el estado de nuestro corazón.

¿Cómo está nuestro corazón?

Cuándo Dios se refiere al corazón, no se refiere a ese órgano físico situado en la cavidad torácica, se refiere a esa parte interior del hombre, más allá de la mente, de la razón; se refiere al centro de la vida, a su espíritu; a la esencia misma del hombre, creado a la imagen, y semejanza de Dios.
Es el lugar donde Dios busca habitar, es el lugar donde Dios busca establecer su gobierno, donde debemos guardar su Palabra, para vivir y obedecer; es la clave de la vida cristiana; el corazón es también el lugar, donde el maligno busca establecer su potestad en el hombre.
Es el verdadero campo de batalla entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás, y nuestra naturaleza caída.
Solo cuando el espíritu del hombre se doblega a la voluntad de Dios, los pensamientos (la mente) y los deseos de la carne (naturaleza caída), vienen cautivos a la obediencia a Cristo.
Es la obra del Espíritu Santo en el corazón del hombre.
De allí la importancia de cuidar el corazón, en las escrituras:
"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida"

GUARDA TU CORAZÓN

Hay muchas cosas que pueden afectar nuestro corazón, y como consecuencia nuestro desarrollo, y crecimiento espiritual en la vida.
El corazón se puede endurecer, contra la verdad de Dios, se puede llenar de rebeldía e incredulidad, e impedirle al hombre avanzar en su llamado, bendición, y propósito divino para su vida.

El Espíritu Santo no puede morar, en un corazón lleno de falta de perdón, de rencor, de enojo, de ira, de amargura hacia el pasado, o hacia otras personas.
Un corazón que no puede perdonar, no podrá evitar llenarse de temor, de miedos, de angustias, de falta de sueño, de pesadillas, de fracasos y autodestrucción; la persona que no puede perdonar, será siempre la más perjudicada en el conflicto.
Dios no lo puede perdonar, y no lo puede oír:
"Si no perdonan de corazón a quienes les ofenden, tampoco mi Padre podrá perdonar sus ofensas"
"Cuando vengan delante de mí, si tienes algo contra tu hermano, anda, reconcíliate  primero, y luego ven delante de mí"
Cada vez que vayas a Dios buscando su favor, el enemigo de tu alma, se presentará juntamente contigo delante de Dios, para acusarte de tu pecado, y no permitir que Dios te oiga, y te restaure.
"Satanás es el acusador de los hermanos"

No siempre es fácil perdonar, menos cuando se trata de personas cercanas, pero un cristiano debe seguir las pisadas, y el ejemplo de su Maestro, quién perdonó a quienes le ultrajaron, y le mataron en la cruz: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen"
Esta declaración de Jesús, nos incluye a nosotros, porque no siempre entendemos, y discernimos las consecuencias de nuestras actitudes, y acciones. No siempre medimos el daño, y destrucción que traeremos sobre nuestras vidas, al no perdonar.
"Padre perdónalos"
¿Quién es nuestro Padre?

Debemos buscar la forma, y el camino para perdonar a aquellas personas, que nos ofendieron, que nos hicieron daño en la vida, que nos humillaron, y trajeron dolor y quebranto a nuestro corazón.
Tal vez tengas razones válidas, que justifiquen tu dolor, razones justas, pero que no podrán evitar el perjuicio sobre tu vida; porque el mayor daño lo sufrirás tú, porque no podrás librarte de tu angustia, de tus pesadillas, de tus miedos, de no poder dormir en paz; eso no sólo enferma el alma, el espíritu, dañará tu cuerpo, no te sorprendas si sufres dolores en tus articulaciones, a la columna, hipertensión, problemas  cardiovasculares, etc.
En consecuencias, todo lo encuentras malo, en todo tienes un juicio, siempre hay una queja en tus labios, aún sobre quienes te aman y sienten preocupación sincera por ti; buscarás aislarte y encerrarte en tu dolor, facilitando la estrategia de Satanás, quién busca tu muerte y destrucción.
Te consideras bueno y justo en tu juicio, aún frente a Dios.
No siempre realmente entendemos lo que hacemos.

Vivimos en un mundo imperfecto, lleno de personas imperfectas, ninguno es mejor que el otro, y no estamos libres de equivocarnos; aún cuando las personas obren con mala intención, no piensen, ni crean como yo, eso no justifica que yo les odie y les rechace.
Nada justifica su maldad y su mala intención, pero eso no me da derecho a guardar resentimientos contra ella, o contra él en mi corazón; está escrito, mientras estemos en este mundo sufriremos aflicciones, como Jesús las sufrió, sin razón.
Por esta verdad, Jesús hizo parte de sus enseñanzas el perdonar y ser perdonados, es lo que mantiene libre, y limpio nuestro corazón.
"Bienaventurados los de limpio de corazón, porque ellos verán a Dios"
No hay otra manera de traer a Jesús, a las realidades de la vida, y verle obrar a nuestro favor.
En el reino de Dios no hay enemigos de carne y sangre.
Debemos dejar de ver a las personas como nuestros enemigos, porque son el medio, que ha provocado el acercarnos a Dios, a buscar su rostro.
Tal vez nunca sentiríamos la necesidad de Dios, sin el sufrimiento de estas circunstancias.
¿Si alguien te provoca a orar y a buscar a Dios, será tu enemigo?

Dios busca nuestro corazón, es el punto de contacto entre el Espíritu de Dios y nuestro espíritu, es el lugar de su morada en nosotros.
Si nuestro corazón está ocupado con odio, rencor, resentimientos, dolor del pasado, falta de perdón, celos, envidias, amargura.
¿Podrá Dios hacer morada en mí?
¿Cómo Dios podría venir a nuestro altar, si mi corazón es el cuarto de oración?
¿Si mi cuarto de oración está sucio, lleno de falta de perdón, de resentimientos?
¿Cómo podré quejarme, que Dios no atiende mis razones?

Jesús dijo: "Voy pues a preparar lugar para vosotros, para que donde yo esté, también ustedes estén"
Jesús fue a la cruz, y allí preparó y limpió nuestro corazón, perdonando nuestros pecados, sanando nuestras heridas, curando nuestras dolencias.
El murió para que yo pueda perdonar y recibir perdón. Él llevó nuestra condenación, y quitó nuestra maldición.
Al comenzar este nuevo año, pídele a Dios un corazón nuevo, con un Espíritu nuevo, y déjale que sane tus heridas, y tu pasado.
Deja ir tu pasado, deja ir tu dolor; con un corazón libre y limpio, ábrete a la fe en tu corazón, para que este año puedas ver el obrar de Dios en favor de tu vida y familia; y Dios prospere y bendiga todo lo que toquen tus manos.
Da gracias por que Dios te ha enseñado, y has aprendido de tus errores, y de los errores de los demás.
Perdónalos, perdónalos, porque el más bendecido serás tú.



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