miércoles, 21 de diciembre de 2011

SU AMOR NUNCA LLEGA TARDE

SU AMOR NUNCA LLEGA TARDE "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila





“Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.” Juan 11:5,6

Desde nuestra necesidad, la actitud de Jesús nos parece negligente y desinteresada.
Si Jesús amaba tanto esta familia ¿Por qué no corrió a mitigar su dolor? 
Si Jesús les amaba tan sinceramente ¿Por qué no respondió de inmediato a la petición de sus amigos y así llevarles consuelo evitàndoles  un momento de tanta tristeza?

Los seres humanos juzgamos y reaccionamos en la vida de acuerdo a nuestros pensamientos y emociones, porque somos seres racionales.

El apóstol Pablo describe la conducta humana: “El hombre vive en los deseos de la carne, haciendo la voluntad de la carne, y de los pensamientos”. Esta realidad marcaba una clara diferencia respecto a la vida de Jesús  "El hombre espiritual", quién vivió sobre esta tierra no para agradarse asimismo, sino para agradar y hacer la voluntad de Dios su Padre. Fueron sus propias palabras: “Yo no hago nada por mi mismo, según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió”.

Nosotros vivimos y hacemos lo que bien nos parece, impulsados por nuestro corazón, Jesús sujetaba su corazón a la voluntad de su Padre. El no buscaba su gloria, sino la gloria de quién le había enviado, su vida obraba conforme al PROPOSITO ETERNO DE DIOS.

¿Podríamos nosotros enseñarle a “AMAR” a Jesús, siendo su naturaleza AMOR, la encarnación del AMOR DE DIOS entre los hombres?
Nuestra naturaleza dañada por el pecado, nos hace seres egoístas, envidiosos, celosos, que nos cuesta desprendernos de nosotros mismos, de negarnos a nuestros intereses personales, incapaces de sufrir por los demás. Casi todo en la vida lo hacemos por y para nosotros, aún en lo religioso, buscamos a Dios para nuestros propios y egoístas beneficios, nos gustan los mensajes que siempre satisfacen nuestras necesidades y no las de Dios, si tienes duda, graba tus oraciones, y escùchala con atención.

Con este espíritu egocéntrico, cuando “amamos” consentimos a quien “amamos”, corremos y nos desesperamos por causa del dolor y el sufrimiento de quién es nuestro interés,  y procuramos evitarlo a cualquier precio.
Hemos ignorado que la mayor sabiduría de la vida surge en medio del dolor y del sufrimiento.

Como sociedad estamos sufriendo las consecuencias de generaciones consentidas en un mal concepto del amor, sin disciplina, negación y corrección.

Si defendemos ese tipo de amor, ¿Por qué tantos divorcios, tantos abusos y violencia en el núcleo familiar? Si defendemos ese tipo de amor ¿Por qué tantos hijos abandonados y expuestos a una mala formación?
Si defendemos este tipo de amor ¿Por qué tanta impaciencia, ira y violencia en nuestras calles, tantos abuso y corrupción?
No nos engañemos: “Todo lo que el hombre sembrare eso también segará” Dios no puede ser burlado.

El verdadero amor es formador, edificador.
El verdadero amor construye con el ejemplo y con la vida.
El verdadero amor es sufrido, sabe esperar, es paciente, y nunca deja de ser.
El verdadero amor no busca lo suyo, busca lo de Dios, porque el amor es de Dios.
El verdadero amor nos lleva a agradar su corazón.

Necesitamos que Jesús nos enseñe a amar para aprender a vivir: “Ustedes deben amarse como Yo los he amado”
¿Puedes verle amando a su Padre, renunciando a asimismo para agradarle y hacer su voluntad?
¿Puedes verle amando a sus discípulos, y poniendo su vida por ellos humillantemente en la cruz?
En nuestro texto, vemos a Jesús amando de verdad a esta familia, y trayendo su bendiciòn sobre ella.

Amar, no es necesariamente evitarle el dolor y la tristeza, porque tales circunstancias son inevitables para todos los hombres en la vida.
Amar, es aprender a vivir nuestras circunstancias en Él, es usar nuestras circunstancias para crecer y madurar. Aún Jesús en estas circunstancias, los amó con dolor, las Escrituras registran este hecho: “Jesús se conmovió en su espíritu” , “Jesús lloró”

Es un engaño creer que por “una ofrenda”, Dios te evitará el dolor y las lágrimas que son parte de esta vida, está escrito: “MUCHAS son las aflicciones del justo"

Es en esas “circunstancias” que somos consolados por Dios, somos fortalecidos y experimentamos su amor y su preciosa comunión.
Jesús les amó en el amor del Padre, buscando y esperando la voluntad de Dios para sus vidas, sujetando su corazón para traer lo mejor de Dios a sus circunstancias, Jesús pudo ver en ellos la gloria de Dios.

Sólo el amor Divino en Jesús podía refrenar la impetuosidad de la ternura de su corazón salvador, y permitir en sus amigos la obra de Dios, para enseñarnos que en su reino sus amigos también necesitan morir.

El verdadero amor debe pasar por Dios y por la cruz, porque solo Dios, que es nuestro creador puede usar cada circunstancia nuestra para traer sobre nosotros lo mejor como está escrito: “A los que aman a Dios TODAS LAS COSAS les ayudan a bien”

Si lees toda la historia de nuestro texto, comprobarás que en su amor Dios no evitó que vivieran su dolor, a su tiempo fueron consolados y Dios fue en ellos glorificado. Jesús demostró que Dios siempre tuvo el control, y Jesùs pudo declarar “Padre te doy gracias por sé que siempre me oyes”

Amigo(a) y hermano(a):

No juzguemos según las apariencias o segùn nuestro corazón, busquemos y esperemos en su voluntad, siempre será lo mejor, porque Dios es amor. Es una oportunidad para ejercitar nuestra fe y confianza en Él.

Cuando el no corre, ni se apresura ante tu necesidad, no te impacientes, porque te está amando y te está formando.
No temas cuando no te consiente, aún en el silencio Él está presente.
El amor de Dios no se apresurará para evitar tus lágrimas ni tu aflicción, pues de todos modos la vida te las traerá.

El amor de Dios sì se apresura para estar contigo, para darte fuerzas, para consolarte, para confortar tu alma, para afirmar tus pasos, para guiarte por sendas que tú no conocías, y enriquecerte en su sabiduría.

El amor de Dios traerá su fruto, sus virtudes, y multiplicará su gracia en ti.

“Guarda silencio delante de Jehová, espera en èl, y èl exhibirá tu justicia como la luz del mediodía” porque tu redentor nunca se duerme; porque SU AMOR NUNCA LLEGA TARDE.

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