miércoles, 2 de agosto de 2017

UNA INVITACION CELESTIAL

UNA BANQUETE CELESTIAL “Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila

UNA INVITACION REAL

“En el monte Sión, el Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un Banquete Celestial, con ricos manjares y vinos añejos, con deliciosas comidas y los más puros vinos” Isaías 25:6
“Dichoso el que participe del banquete del reino de Dios” Lucas 14:15

Dios, nuestro Padre Celestial es el ANFITRION, y quién extiende esta invitación, con amor y delicadeza ha preparado los alimentos y el lugar para recibir a sus invitados; quienes participen son llamados DICHOSOS, BIENAVENTURADOS, pues su deliciosa comida satisface todas sus necesidades por toda la eternidad.

El ANFITRION ha mandado a sus siervos a recordar a sus invitados: “Vengan, porque ya la Cena está lista, el Cordero ha sido sacrificado, vengan a mi Mesa”

Los PRIMEROS invitados al Banquete Celestial, son todos aquellos que han sido bendecidos y enriquecidos por Dios sobre esta tierra, son todos aquellos que gozan de buena salud física, emocional, familiar y social; porque sin dudas, son los más agradecidos de Dios y de la vida.
El ANFITRION los espera y los recibe con amor, vengan llenos gozo y gratitud en respuesta a su invitación. 
¡EN FORMA INCREIBLE NO LLEGARON!!!! TODOS comenzaron a disculparse:

Los primeros, los más bendecidos presentaron como excusa: “He comprado una hacienda, y tengo que ir a verla”

¿Acaso alguien compra una casa, un terreno o un campo, sin haberlo visto antes?
¿Es la noche, la hora del Banquete, una hora apropiada para ir a verla? sin olvidar que en ese tiempo no había luz eléctrica.
¿No es una excusa ridícula?
Más si procede, de quién siendo bendecido no reconoce que el dador de todos los bienes es Dios, haciendo de la bendición su justificación.

Los segundos, también ricamente bendecidos, se excusaron diciendo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas”

Cinco yuntas de bueyes equivalían a cubrir laboralmente un campo de no menos de cien hectáreas, el común de los campesinos tenía solo una yunta de bueyes.
Sin dudas, estamos hablando de un hombre bendecido por Dios en esta vida.

¿Acaso alguien compra cinco yuntas de bueyes sin haberlas probado antes?
¿Podría probarlas de noche y en oscuridad, la hora del Banquete?
¿Podría en su equivalente de hoy alguien comprar alguien  cinco vehículos, sin haberlos probado con anticipación?
Era sin dudas, otra excusa ridícula de alguien que hace de la bendición, y de los bienes que Dios le ha concedido, una razón para rechazar la invitación, de quién se los ha otorgado para su disfrute sobre esta tierra.
¿Acaso rechazaría un empleado la invitación del dueño de la Compañía donde trabaja, si este le honrado con  reconocimiento en su trabajo?
Simplemente por compromiso laboral y social, la aceptaría.

Los terceros también expresaron: “Me acabo de casar, y por eso no puedo ir”

Para casarnos, Dios tiene que habernos bendecido con una esposa o esposo que ha traído alegría y gozo a nuestro corazón, Dios tiene que habernos provisto de recursos para celebrar y comenzar esta nueva etapa de la vida. La bendición de Dios es fundamental para formar y sostener una familia sobre esta tierra. Obviarlo traerá con el tiempo tristes consecuencias.
¿El gozo, la alegría y la bendición de quienes se acaban de casar, no era un motivo suficiente para aceptar con gratitud la invitación de Dios?

Si Dios, nuestro Buen Padre Celestial de quién procede toda bendición, nos extiende una invitación, ¿Habrá alguna excusa válida que nos justifique, y para que Él nos pueda decir “tienes razón”?
¿Crees que podríamos engañarlo, si Él todo lo sabe?
“Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare, eso cosechará”

Cuando Dios, nuestro Padre Celestial, el Anfitrión, se enteró de las excusas de sus invitados, se enojó, y les dijo a sus criados:
“Vayan por las calles y los callejones de la ciudad, y traigan a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos". Más tarde el criado dijo: Ya lo hice y todavía hay lugar, el Anfitrión les dijo:
"Vayan por los caminos y los cercados, y obliguen a otros a entrar, para que se llene mi casa. Porque les digo que ninguno de aquellos primeros invitados se sentará a mi Mesa y comerá de mi Cena”.

Amigo(a) y hermano(a):

Si muchos ciegos, cojos, enfermos, e inválidos han aceptado su invitación.
Si muchos maltratados, abusados y golpeados por la vida han aceptado su invitación.
¿Tú que gozas de buena salud, que la vida te ha tratado bien, no deberías hacerlo con mayor razón?

Si muchos  pobres, quebrados económicamente, y  endeudados han aceptado su invitación.
¿Tú que gozas de prosperidad y sanidad económica, no deberías hacerlo con mayor razón?

Si muchos matrimonios en crisis, a punto de divorciarse, y muchos separados y destruidos han aceptado su invitación.
¿Tú que gozas de tranquilidad familiar no deberías hacerlo con mayor razón?

¿Porqué tener que esperar ser traído en angustia, quebrantado y con dolor?
¿Porqué esperar que las circunstancias adversas nos humillen, y seamos forzados a entrar en medio de lágrimas, como un niño soberbio y rebelde ante el amor de sus padres?

No esperes que la vida te fuerce, tal vez sea demasiado tarde.

Si de verdad no lo habías considerado, y por años le has rechazado, hoy toma una sabia decisión, acepta su invitación.

“Bienaventurados  los que participan del Banquete Celestial del reino de Dios”


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