¡SE GOZARÁ VUESTRO CORAZÓN! Una reflexión en el camino
Por Guillermo Ávila
“Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba… Jesús le dijo: Mujer, ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?” Juan 20:11,15
María Magdalena fue una de las muchas mujeres que había sido bendecida por el ministerio de Jesús, seguramente por las muchas falencias de su infancia o por tomar malas decisiones, la vida le había golpeado duramente, sufriendo de enfermedades, malos espíritus y siete demonios que la atormentaban de los cuales Jesús la liberó.
¿Puedes imaginarte como era su vida antes de conocer a Jesús?
Jesús la había liberado, su vida había sido completamente cambiada y ahora tenía sentido, se sentía amada por Dios y acogida por los discípulos del Señor. Había vuelto a sonreír, había vuelto a soñar en su vida y en su inmensa gratitud y expresión de amor días antes de la crucifixión había ungido a Jesús con un perfume muy costoso, lo que provocó la crítica de Judas al juzgarlo como un derroche de recursos, y Jesús tuvo que intervenir en su defensa confirmando que ella lo había ungido en preparación para su sepultura, lo que aún ninguno de ellos podía entender.
Para María Magdalena la muerte de Jesús, su arresto, su tortura y su crucifixión había sido un golpe terrible a su fe, a su esperanza, a su razón de vivir, su desconsuelo era total, no podía dejar de llorar y lamentar.
Habían pasado tres días de su muerte desde el Viernes por la tarde, el Sábado por la ley judía no le estaba permitido visitar la tumba, no había podido dormir, y el Domingo aun oscuro antes del amanecer, María había preparado especies aromáticas con el propósito de perfumar el cuerpo de Jesús conforme a la costumbre de su tiempo, y allí estaba llorando junto al sepulcro, el sepulcro estaba abierto y Jesús no se encontraba, no sabía donde le habían dejado.
¿Puedes imaginar como se sentía María Magadalena llorando desconsoladamente frente al sepulcro vacio?
Junto con Jesús estaban muriendo su fe y sus esperanzas.
¿Qué será de mi vida? ¿Qué sentido tendrá después de esto? ¿Es que había sido solo un sueño y ahora tenía que enfrentar la cruda realidad?
¿Cuántos creyentes no hemos estado en esta lamentable condición, en circunstancias que nos superan y que no entendemos, cuando se nos empieza a morir la fe?
Creyendo un día, vimos hermosos cambios en nuestra vida, y de un momento a otro todo trágicamente se desvanece, como si todo hubiese sido solo un sueño.
Ver que la fe se desvanece frente a nuestros ojos y tener que enfrentar una cruda realidad donde nada calza con nuestra racionalidad. Creó que muchos de quienes hoy se declaran ateos o humanistas pasaron por esta experiencia y sucumbieron en ella.
Judas no lo pudo tolerar y en su desesperación optó por el suicidio.
Pedro ante su negación e incomprensión, lloró amargamente toda una noche antes de ver la luz de la revelación de un nuevo día.
María Magdalena lloró desconsoladamente buscando en Dios una explicación y una respuesta a su cruda realidad, Jesús lo había enseñado:
“Bienaventurados los que lloran delante de Dios, porque de Dios recibirán consolación”
“Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”
Fue también la experiencia de mi madre, que desconsolada frente al mar lloraba a sus 38 años por la muerte trágica de mi padre en las torrentes aguas del océano pacífico, con siete hijos pequeños y la impotencia de enfrentar la viudez, lloraba y derramaba su corazón delante de Dios. Y ahí estaba Dios:
¿Por qué lloras? ¿A quien buscas? “Yo soy tu Dios, tu verdadero esposo, tu marido. Yo te ampararé, te defenderé y sustentaré tu vida y a tus hijos, y nunca te abandonaré” Por esa fe fuimos criados siete hijos que llegamos en su tiempo a los pies del Señor.
Yo también tenía 11 años, y con desconsuelo lloraba delante de Dios mi orfandad que no entendía y no podía aceptar:
Y allí estaba su voz: ¿Por qué lloras? ¿A quien buscas?
“Yo soy tu Dios, tu verdadero Padre, Padre de huérfanos. Yo te ampararé y te guardaré todos los días de tu vida”
¡Que maravilloso consuelo de Dios que marcó mi vida hasta el día de hoy!
María Magdalena lloraba desconsolada en su sentimiento de abandono delante de Dios, y allí estaba su voz: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?
¡María! He venido a consolarte, a enjugar tus lágrimas ¡He resucitado! Anda donde tus hermanos, y diles que he resucitado.
Fue la primera persona que vió a Jesús resucitado.
Todo era alegría, júbilo, gozo. La muerte no lo pudo retener, el fin no fue el dolor, la negación, el sufrimiento, el fin del Señor sobre esta tierra fue su resurrección ¡Aleluya!
Amigo(a) y hermano(a)
Tu dolor, tu sufrimiento, tus lágrimas no son el fin de tu vida, los procesos de Dios sobre sus hijos culminan con victoria, gozo y alegría.
“De cierto de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo”
“También vosotros que ahora tenéis tristeza; os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”
“Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”
¡Levántate! Cristo ha resucitado y vive en el corazón de todos sus hijos.
¡SE GOZARÁ VUESTRO CORAZÓN, Y NADIE OS QUITARÁ VUESTRO GOZO!
Por Guillermo Ávila
“Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba… Jesús le dijo: Mujer, ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?” Juan 20:11,15
María Magdalena fue una de las muchas mujeres que había sido bendecida por el ministerio de Jesús, seguramente por las muchas falencias de su infancia o por tomar malas decisiones, la vida le había golpeado duramente, sufriendo de enfermedades, malos espíritus y siete demonios que la atormentaban de los cuales Jesús la liberó.
¿Puedes imaginarte como era su vida antes de conocer a Jesús?
Jesús la había liberado, su vida había sido completamente cambiada y ahora tenía sentido, se sentía amada por Dios y acogida por los discípulos del Señor. Había vuelto a sonreír, había vuelto a soñar en su vida y en su inmensa gratitud y expresión de amor días antes de la crucifixión había ungido a Jesús con un perfume muy costoso, lo que provocó la crítica de Judas al juzgarlo como un derroche de recursos, y Jesús tuvo que intervenir en su defensa confirmando que ella lo había ungido en preparación para su sepultura, lo que aún ninguno de ellos podía entender.
Para María Magdalena la muerte de Jesús, su arresto, su tortura y su crucifixión había sido un golpe terrible a su fe, a su esperanza, a su razón de vivir, su desconsuelo era total, no podía dejar de llorar y lamentar.
Habían pasado tres días de su muerte desde el Viernes por la tarde, el Sábado por la ley judía no le estaba permitido visitar la tumba, no había podido dormir, y el Domingo aun oscuro antes del amanecer, María había preparado especies aromáticas con el propósito de perfumar el cuerpo de Jesús conforme a la costumbre de su tiempo, y allí estaba llorando junto al sepulcro, el sepulcro estaba abierto y Jesús no se encontraba, no sabía donde le habían dejado.
¿Puedes imaginar como se sentía María Magadalena llorando desconsoladamente frente al sepulcro vacio?
Junto con Jesús estaban muriendo su fe y sus esperanzas.
¿Qué será de mi vida? ¿Qué sentido tendrá después de esto? ¿Es que había sido solo un sueño y ahora tenía que enfrentar la cruda realidad?
¿Cuántos creyentes no hemos estado en esta lamentable condición, en circunstancias que nos superan y que no entendemos, cuando se nos empieza a morir la fe?
Creyendo un día, vimos hermosos cambios en nuestra vida, y de un momento a otro todo trágicamente se desvanece, como si todo hubiese sido solo un sueño.
Ver que la fe se desvanece frente a nuestros ojos y tener que enfrentar una cruda realidad donde nada calza con nuestra racionalidad. Creó que muchos de quienes hoy se declaran ateos o humanistas pasaron por esta experiencia y sucumbieron en ella.
Judas no lo pudo tolerar y en su desesperación optó por el suicidio.
Pedro ante su negación e incomprensión, lloró amargamente toda una noche antes de ver la luz de la revelación de un nuevo día.
María Magdalena lloró desconsoladamente buscando en Dios una explicación y una respuesta a su cruda realidad, Jesús lo había enseñado:
“Bienaventurados los que lloran delante de Dios, porque de Dios recibirán consolación”
“Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”
Fue también la experiencia de mi madre, que desconsolada frente al mar lloraba a sus 38 años por la muerte trágica de mi padre en las torrentes aguas del océano pacífico, con siete hijos pequeños y la impotencia de enfrentar la viudez, lloraba y derramaba su corazón delante de Dios. Y ahí estaba Dios:
¿Por qué lloras? ¿A quien buscas? “Yo soy tu Dios, tu verdadero esposo, tu marido. Yo te ampararé, te defenderé y sustentaré tu vida y a tus hijos, y nunca te abandonaré” Por esa fe fuimos criados siete hijos que llegamos en su tiempo a los pies del Señor.
Yo también tenía 11 años, y con desconsuelo lloraba delante de Dios mi orfandad que no entendía y no podía aceptar:
Y allí estaba su voz: ¿Por qué lloras? ¿A quien buscas?
“Yo soy tu Dios, tu verdadero Padre, Padre de huérfanos. Yo te ampararé y te guardaré todos los días de tu vida”
¡Que maravilloso consuelo de Dios que marcó mi vida hasta el día de hoy!
María Magdalena lloraba desconsolada en su sentimiento de abandono delante de Dios, y allí estaba su voz: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?
¡María! He venido a consolarte, a enjugar tus lágrimas ¡He resucitado! Anda donde tus hermanos, y diles que he resucitado.
Fue la primera persona que vió a Jesús resucitado.
Todo era alegría, júbilo, gozo. La muerte no lo pudo retener, el fin no fue el dolor, la negación, el sufrimiento, el fin del Señor sobre esta tierra fue su resurrección ¡Aleluya!
Amigo(a) y hermano(a)
Tu dolor, tu sufrimiento, tus lágrimas no son el fin de tu vida, los procesos de Dios sobre sus hijos culminan con victoria, gozo y alegría.
“De cierto de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo”
“También vosotros que ahora tenéis tristeza; os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”
“Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”
¡Levántate! Cristo ha resucitado y vive en el corazón de todos sus hijos.
¡SE GOZARÁ VUESTRO CORAZÓN, Y NADIE OS QUITARÁ VUESTRO GOZO!
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