viernes, 22 de junio de 2012

DISCIPLINA DE SU AMOR "Una reflexión en el camino"

DISCIPLINA DE SU AMOR  "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila


“Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia” Hebreos 12:11

Los seres humanos desarrollamos erróneamente la idea de que el amor no debe incluir el sufrimiento, ni el dolor, de allí nuestro cuestionamiento al “amor” de nuestros propios padres, cuando nos disciplinan buscando nuestros propio bien, es el mismo cuestionamiento que trasladamos hacia la paternidad de Dios.

Las escrituras señalan que: “Si nuestros padres cuando éramos niños, aquí en la tierra nos corregían según lo que les parecía más conveniente; y los respetábamos; ¿Por qué no podemos someternos a nuestro Padre celestial, que nos corrige para nuestro verdadero provecho y para que obtengamos la vida?

Dios disciplina a todo aquel que toma por hijo, para hacernos participantes de su linaje y su bendición sobre esta tierra.

Que maravilloso ejemplo para nosotros el de Jacob y su llamado a ser parte de la línea de bendición del linaje de Dios.

¡Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan su rostro, oh Dios de Jacob!

Jacob pertenece a la generación de hombres que descubren en la vida, que para acceder a la bendición de Dios no sirve la astucia, el engaño, la fuerza, ni las habilidades humanas.

Jacob creció bajo la escuela del esfuerzo, el desarrollo de habilidades, el uso de la razón y el intelecto como herramientas para alcanzar sus objetivos, la competitividad propia de este sistema humano que se ha apartado de los principios de vida del creador.

Jacob representa al hombre que sinceramente anhela ser bendecido y que finalmente solo cosecha frustración. En esa condición llegó a Betel, cansado, con hambre, huyendo de su hermano Esaú, y en ese lugar Dios marcaría el comienzo de su disciplina de amor.

Dios le entrega una palabra profética de bendición: “La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia,…Todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente, He aquí yo estoy contigo…” sin haber sido todavía quebrantado, Dios le demostraría que Él tenía el control, y hallaría la forma de quebrantarlo y transformarlo bajo su disciplina de amor.

Es Dios quién nos llama, es su fidelidad y su pacto incondicional de amor.

Tal vez Dios te ha entregado también palabras de bendición y aún nos ha sido tratado bajo su disciplina de amor, debes confiar que en su fidelidad, Él estará contigo y te guiará aún por sendas de oscuridad y te llevará a la plenitud de su luz.

Dios guiaría a Jacob por veinte largos años bajo una disciplina de amor.

En Harán y junto a su tío Labán, aprendería a someterse bajo la mano de Dios, viviría circunstancias adversas y sufridas, injusticias y engaños. Labán le obligaría a trabajar siete años por Lea, siete años por Raquel y aún diez veces cambiaría su salario.

Dios disciplinaría los puntos más fuertes de su vida natural, aquellas virtudes que son admiradas por los hombres, pero que resultan inútiles delante de Dios. Labán resultó ser más astuto y pillo que Jacob.

Aun así, Jacob era un hueso duro de roer, se las ingenio a pesar de todo para obtener ganancias, pero Dios no desistiría en su propósito, como tampoco desistirá del suyo sobre tu vida.

No le dejaba actuar libremente, Dios estaba con Él y su bendición aun así le acompañaba. Jacob había formado una familia y Labán se había enriquecido, no estaba tan dispuesto a dejar ir su bendición.

Era Dios formando y guiando su camino, es el camino de todos los hijos de Dios, es necesaria la disciplina de su amor para el cumplimiento de sus promesas y traer sobre nosotros su bendición. Dios tiene un tiempo para cada uno de sus hijos.

“Yo soy el Dios de Betel, donde tu ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento”

Se había cumplido el tiempo: “Vuélvete a la tierra de tus padres”, era tiempo de salir y levantarse a una nueva etapa con Dios.

No sé cuantos días, meses o años Dios te ha llevado en su disciplina de amor, has sufrido, has llorado y con ansias le has esperado.

Se ha cumplido el tiempo: ¡Levántate ahora, y sal de esta tierra! Porque Dios te introduce a un nuevo tiempo.

Renueva tus fuerzas, levanta tus manos cansadas y tus rodillas debilitadas. Ponte en pie, y mira adelante, que el camino está abierto y Dios va delante de ti.

Cuando es su tiempo de Dios, es tiempo de libertad y no hay nada ni nadie que lo puede impedir.

Jacob se puso en pie, reunió su familia y salió en obediencia a la palabra de Dios, cuando Labán se enteró, armó su gente y se levantó en pos de Jacob y en medio del camino, Dios en sueño le habló: “Labán, no le hables en forma brusca a mi siervo Jacob, no le hagas mal, porqué yo le he ordenado salir”

¡Aleluya! Dios estaba marcando y confirmando su tiempo a su siervo Jacob.

¡Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan su rostro, oh Dios de Jacob!

¡Levántate, y sal de esta tierra, porque Dios va delante de ti!

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