lunes, 25 de junio de 2012

QUEBRANTAMIENTO DEL HOMBRE NATURAL "Una reflexión en el camino"

“QUEBRANTAMIENTO DEL HOMBRE NATURAL” Una reflexión en el camino
Por Guillermo Ávila


¡No te dejaré, si no me bendices! Génesis 32:26

¡Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob!

Creo que el trato de Dios con la vida de Jacob, marca claramente para todas las generaciones, la clara diferencia entre el esfuerzo METAFÍSICO del hombre desarrollado principalmente por los griegos, para descubrir y comprender el sentido de la vida a partir de su condición caída, y la REVELACIÓN de Dios en su trato con los hombres.

LA METAFÍSICA busca descubrir y desarrollar todas aquellas virtudes y dones ocultos en el hombre, con el propósito de alcanzar felicidad y realización humana, es un esfuerzo por sacar y obtener lo mejor de ti.

LA REVELACIÓN es su trato con el hombre, descubre y saca a luz lo peor del pecado en su naturaleza, confirmando como está escrito: que no hay justo, ni aun uno, no hay quien haga el bien, por cuanto TODOS pecaron, y se descarriaron. TODOS están destituidos de la gloria de Dios su creador.

Jacob representa la naturaleza humana bajo la revelación del amor de Dios, Dios se va revelando a su vida en el trascurso de los años, y Jacob progresivamente va descubriendo lo pervertido de su pecado y de su naturaleza.

Jacob fue formado como todos nosotros en la escuela del esfuerzo y del trabajo para conseguir sus metas, su mentalidad competitiva y comercial desarrolla la astucia y el engaño para alcanzar sus objetivos, aunque estos fuesen “espirituales”. Su temporal éxito va fortalece la arrogancia y el orgullo humano.

La frustración y el fracaso van siendo la cosecha de sus acciones en el transcurso del tiempo, la enemistad y el odio de su hermano Esaú, el alejamiento obligado de su familia, veinte años de servicio a su tío Labán, quien resultó mas astuto y más hábil que él, y con engaño le cambiaría su salario diez veces. Jacob tuvo que vivir necesariamente veinte años bajo la disciplina del amor de Dios.

Muchas cosas cambiaron en la vida de Jacob durante esos veinte años, era más maduro, había aprendido a oír y someterse a Dios, había desarrollado hábitos de trabajo, había formado una familia con once hijos, había adquirido posesiones, era una mejor persona, pero no había cambiado en SU NATURALEZA.

Dios trabaja por tiempos en el hombre, y había llegado el cumplimiento de estos veinte años bajo la disciplina de su amor. Dios le ordenaba salir de esa tierra, volver a la tierra de sus padres, y ello marcaría el comienzo de esta nueva etapa en su vida: EL QUEBRANTAMIENTO DEL HOMBRE NATURAL.
Dios confirmaría su salida y cubriría los acontecimientos, pero Jacob deberá enfrentar a su hermano Esaú, quién al enterarse de su regreso con cuatrocientos hombres armados saldría a su encuentro, aunque habían pasado veinte años, había una deuda pendiente y no habría forma de eludirla.

Si hemos de crecer y madurar en la vida, deberemos enfrentar TODAS las cosas pendientes delante de Dios, o estas seguirán siendo un obstáculo para nuestro crecimiento.

Jacob se llenó de temor y angustia, y oró delante de Dios:

“Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: VUÉLVETE A TU TIERRA Y A TU PARENTELA, Y YO TE HARÉ BIEN; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos, Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud”

Dios lo estaba llevando al quebrantamiento.

Pero como muchos de nosotros oramos, ponemos fe y confianza en Dios, pero al mismo tiempo, confiamos en nuestras propias estrategias y soluciones humanas.

Jacob enviaría mensajeros delante de su hermano, los dividiría en tres comitivas llenas de regalos, con el propósito de apaciguar su ira. Jacob no tenía límites para usar artimañas para defenderse y crear vías de escape para su vida, así era su naturaleza humana.

Sin duda esta mezcla, nunca facilitará el obrar de Dios en nuestras vidas.

Dios lo dirigiría a PENIEL, un lugar donde no tendría escapatoria. Allí quedaría solo y tendría que enfrentar su realidad delante de Dios.

“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.

Así se quedó solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo: Déjame porque raya el alba.

Y Jacob le respondió: ¡NO TE DEJARÉ, SI NO ME BENDICES!

Y el varón le dijo; ¿Cuál es tu nombre?

Y Jacob respondió: Jacob

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel…

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar PENIEL, porque dijo:

¡VI A DIOS CARA A CARA, Y FUE LIBRADA MI ALMA!

La revelación de Dios nos llevará inevitablemente a un encuentro con Cristo cara a cara (el VARÓN de Dios). Cristo es la mayor revelación de Dios a los hombres.

Jacob estaba entre la vida y la muerte, Dios luchaba con su naturaleza y no podía quebrantarla, y ya rayaba el alba.

¡Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob!

Dios prevalecería y lo vencería, aunque aquello implicara descoyuntar el encaje de su muslo. Era preferible entrar con un miembro menos al reino, que con todos sus miembros quedar destituido.

El encaje de su muslo representaba la fortaleza de su naturaleza, sus maquinaciones, sus razonamientos lógicos, sus habilidades, su astucia, su jactancia y el orgullo del hombre natural. Virtudes muchas veces apreciadas y cotizadas por los hombres, pero inútiles e ineficaces delante de Dios.

PENIEL significaba, el quebrantamiento de un carácter obstinado.

El lugar donde “mis virtudes” y las fortalezas de mi alma, que han sido mi orgullo, son tocadas por Dios.

El lugar donde lo mejor de mí, mi carne, y mi falta de espiritualidad es alumbrada y avergonzada.

Es la obra del Espíritu Santo sobre mi naturaleza caída, convenciéndome de pecado, justicia y juicio.

En PENIEL se me revela que no puedo, y que nunca podré “ganar” su bendición.

En PENIEL le vemos cara a cara, y en humillación es librada nuestra alma, y nos es impartida su justicia.

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quién Dios no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”

En PENIEL Dios dejará una marca y un sello, que nos recordará para siempre que somos de Él y para Él, y lo abrazaremos por el resto de nuestras vidas.

En PENIEL Dios cambia nuestro nombre, y nuestro destino.

En PENIEL Dios nos imparte un Corazón nuevo y un Espíritu nuevo, que sellará nuestras vidas y nuestra descendencia para siempre.

PENIEL es nuestro paso a la verdadera madures espiritual, donde somos alineados en su linaje y en su voluntad.

En PENIEL somos reconciliados con Dios y con nuestros semejantes.
En PENIEL Dios establecerá sus promesas en Jacob.

De PENIEL Dios lo guiaría a Siquem, la tierra donde habitó Abraham su padre, donde levantará un altar y lo llamará EL-ELOHE-ISRAEL, que significaba que el Dios de Abraham y el Dios de Isaac será desde ese dia su propio Dios. Dios, el Dios de Israel.

¡Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob!

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