viernes, 6 de enero de 2017

TIENES QUE SER COMO UN NIÑO

TIENES QUE SER COMO UN NIÑO "Reflexiones en el camino"
Por Guillermo Ávila

“De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” Marcos 10:15

Jesús expresó estas palabras con mucha indignación al ver que sus discípulos reprendían a quienes traían y le presentaban niños para que los tocara y los bendijera. Jesús les reprendió, y tomando a esos niños en sus brazos les expresó estas palabras:

“De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”

Los niños son libres, puros y sanos de corazón, no tienen ataduras ni prejuicios, ellos pueden disfrutar la vida, sin afanes y hacer de ella un juego, no tienen impedimentos para creer, para hacer amigos, para dejarse amar y agradar a los demás. Sólo cuando van creciendo y van aprendiendo del mundo que les rodea, y ven su hostilidad, su egoísmo, ellos aprenden a defenderse, a competir y a luchar contra los demás, es el modelo de vida que los adultos les presentamos.

El apóstol Pedro exhorta a los nuevos creyentes a tener conciencia de que “Fueron rescatados de su vana manera de vivir, la cuál recibieron de sus padres”

Que gran responsabilidad tenemos los adultos de mostrar un modelo de vida de fe y amor, donde los niños puedan crecer conforme al Propósito de Dios.

El contexto de las palabras de Jesús en el evangelio de Marcos capítulo 10, nos muestra como la generación adulta había perdido esa actitud de un niño,abierto a aprender y ser enseñado, tan necesaria para entrar y disfrutar del reino de Dios. Veamos su contexto:

PRIMERO.- Adultos con sus conciencias cargadas y dañadas por la culpa preguntan a Jesús, si era lícito al hombre repudiar a su mujer, exponiendo como argumento el testimonio de Moisés, quien había permitido dar carta de divorcio y repudiar a su mujer frente casi a cualquier cosa. Siempre cargando la culpa y la responsabilidad sobre los demás.
Jesús respondió: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés permitió aquello, pero en el principio de la creación no fue así” . No fue ese el diseño de Dios para los hombres.

¿Cuántas cosas Dios ha debido permitir y soportar a los hombres por la dureza de su corazón?
¿Cuántas cosas los padres ceden en sus hijos por su actitud rebelde y su corazón endurecido?

Cuando no hay actitud de obediencia, el hombre buscará cualquier resquicios para eludir su responsabilidad delante de Dios. Buscará argumentos para justificar su pecado, para aliviar su conciencia, y para finalmente satisfacer su propio corazón.
Ya creció y ya no es disciplinable, dejó de ser como un niño.

SEGUNDO.- Un joven rico se acerca a Jesús buscando ser confirmado en el camino de la vida, y pregunta a Jesús:
Maestro bueno, he guardado los mandamientos desde niño, ¿Qué me falta?
A pesar de ser un hombre exitoso en la vida, cargaba una profunda necesidad espiritual, y la respuesta de Jesús fue:
“Vende todo lo que posees, dalo a los pobres, y luego sígueme tomando tu cruz”
Jesús no da rodeos, es directo, pues conoce nuestro corazón y nuestra verdadera necesidad.

El amor al dinero, y la seguridad que este le brindaba a su vida, eran un obstáculo para satisfacer su necesidad espiritual. Y este hombre demostraría que en ese momento de su vida no está dispuesto a perder.
Indudablemente este joven había crecido, y ya no era como un niño.

TERCERO: Trayendo luz Jesús a sus discípulos acerca del Reino y mostrándoles el camino al Padre, les está anunciando nuevamente la necesidad de ir a la cruz y de rendir su vida, pero aún no terminaba de expresarles esas palabras, cuando los discípulos se pusieron a discutir entre ellos, de quién sería el mayor en el reino, quién se sentaría a su derecha y quién se sentaría a su izquierda en su gloria.
Del corazón de ellos brotó la envidia, los celos, el buscar lo suyo propio, el querer sacar ventaja personal en desmedro de los demás, lo que es propio de nuestra naturaleza humana desarrollada.
Indudablemente nos muestra que los discípulos habían dejado de ser como un niño.

CUARTO.- Nuestro contexto termina con un acontecimiento totalmente distinto, que grafíca de una manera maravillosa la enseñanza de Jesús, y la actitud de ser como un niño para entrar en el camino de la Vida, y disfrutar del Reino de Dios.

Es la experiencia de un hombre mendigo y ciego, llamado Bartimeo, quién sentado junto al camino estaba tal vez por muchos años mendigando, representando con ello la triste y pobre realidad humana apartada de Dios. 
Ciegos, junto al camino y mendigando.

Ciegos: Sin poder ver la obra y el Reino de Dios.
Junto al camino: Observando de lejos y sin protagonismo en el Reino.
Mendigando: Viéndonos siempre como los más necesitados, victimizados, como los más pobres, sin tener nada o muy poco para dar.

¿Te has sentido así muchas veces en el camino de la vida?

¿Había esperanza para este hombre, que ya no era un niño?

Bartimeo ESCUCHÓ que Jesús pasaba por el camino. Bartimeo no necesitaba ver, sus oídos eran suficientes para restaurar el Bien de Dios sobre su vida, y estaban abiertos, como los ojos de un niño, expectantes para recibir algo nuevo.
Es por el oír que viene la fe, es lo primero y lo más importante en la vida, pues ello nos permitirá ver lo que nunca habíamos visto y nunca conocido.

La fe es Viva, hace reaccionar el espíritu y el corazón del hombre, lo hace orar, clamar, sin importar la adversidad y de quien se oponga a ello.
Fue la misma experiencia de aquellos niños que se les impedía acercarse a Jesús para que les tocara y les bendijera, más ellos se abrieron paso, obviando la actitud de los adultos.

¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Fue la exclamación de Bartimeo, que retumbó en medio de la multitud.

Su oración fue realista, conciente a su real condición y necesidad delante de Dios. En ella no había orgullo, no había soberbia, ni resentimiento, era un corazón humillado delante de Jesús.

Esa fue su actitud, que hizo detener a Jesús y atender su clamor.

Fue esa fe como un niño, que aún sin ver, le hizo saltar, ponerse en pie y despojarse de su capa, que representaba todas aquellas cosas y valores que impiden al hombre en su necesidad humillarse y acercarse a Jesús. 

Bartimeo fue como un niño, creyó como un niño, confesó como un niño, corrió como un niño, se despojó de su capa como un niño, y vino a los brazos de Jesús como un niño, y como un niño recibió su sanidad.

Es esta actitud que mueve el corazón de Dios, es esta actitud que hizo que lo imposible se hiciera posible. 
Jesús le recobró su vista, pudo ver no solo a naturaleza y creación de Dios, sino que pudo ver a Jesús su sanador, pudo ver el Camino al Padre y pudo entrar en el reino de Dios. 

UN FINAL FELIZ
Nuestro capítulo 10 de Marcos termina diciendo: Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.

TIENES QUE SER COMO UN NIÑO para experimentar el Reino, recibir su bendición, y seguir a Jesús.


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