miércoles, 6 de julio de 2016

LA GRACIA DE DIOS

LA GRACIA DIOS “Una reflexión en el camino”
Por Guillermo Ávila



“Pero el da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Él se acercará vosotros. Pecadores, limpiad las manos, y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” Santiago 4:6-8

Los apóstoles, hombres preeminentes en el desarrollo de la iglesia, testigos de los padecimientos de Cristo, y testigos de su victoria sobre el pecado y sobre la obra de Satanás, quién procuro a toda costa abortar la misión de nuestro Salvador, tuvieron la misión de llevar a la iglesia a vivir victoriosamente y establecerla sobre esta tierra.

¿Quién más que ellos nos pueden enseñar a vivir nuestra fe, y a sobreponernos sobre todo ataque del maligno?

LA GRACIA DE DIOS, es el recurso suficiente dado por Dios para vencer todo poder, y toda obra del diablo.
LA GRACIA DE DIOS, que es derramada sobre corazones humildes.
LA GRACIA DE DIOS, que nos es dada por someternos a su voluntad.

El apóstol Santiago nos enseña que existen DOS CONDICIONANTES que nos impiden alcanzar esta GRACIA DE DIOS:

1.- NUESTRA CONDICIÓN DE PECADORES.

Pecadores es más que el simple hecho de una mala conducta, es extraviar el camino, es desviarnos del propósito e Dios, que nace de la actitud rebelde de querer desarrollar mi propio sentido de la vida.
Condición que nos hace creer que somos suficientes en nosotros mismos para vivir y vencer toda obra de Satanás, al cual muchos tratan de negar su existencia pero no podrán negar ni impedir su obrar. Satanás no existe por el solo hecho de que yo crea o no crea en él.  
Condición que nos hace creer que con nuestras manos podremos pelear contra el enemigo de nuestra alma. Es una actitud soberbia que facilitará su presión sobre tu alma hasta llevarte a la muerte, haciéndote creer que aún eso es una decisión tuya.
Actitud que nos hace sentirnos suficientes, no depender de los demás y no necesitar de Dios; siendo presa fácil de la potestad de quién gobierna este mundo, lo manipula y lo arrastra a la condenación.
Dios nuestro creador, que nos ama y conoce de  nuestro extravío desde Edén, envió a su Hijo, conforme a su Pacto de amor, para vencer a Satanás en la cruz, para salvarnos y librarnos de tal condición, y trasladarnos a su reino, donde somos protegidos y guardados de todo mal, donde todos nuestros pecados nos son perdonados y la GRACIA de Dios sostiene nuestras vidas.
Por gracia sois salvos, por medio de la fe, esto no de vosotros es un don de Dios. 
Él es Salvador de todos los que le invocan.

2.- SER DE DOBLE ÁNIMO.
Es tener una doble y ambigua forma de vivir. Por un lado queremos a Dios y sus beneficios, y por otro lado nos gustan las propuestas del diablo ejercidas a través de la corriente de este mundo y los deseos de la carne y de los pensamientos.
Una persona en esa condición no tiene acceso a la gracia de Dios, es indefinido, es inconstante en todos sus caminos. No se puede desear el cielo y al mismo tiempo el infierno.
Es como la ola del mar, o como el tamo que arrebata el viento que son arrastradas  a cualquier lugar.
Es una vida moldeable y arrastrable por cualquier circunstancias, es una vida pobre y miserable, llena de inseguridades y frustraciones. 
Es  un corazón malo, lleno de dudas y tibieza, no es frío ni caliente, enferma el corazón de Dios.

Para recibir LA GRACIA DE DIOS, tiene que haber una decisión radical, que limpie y purifique el corazón.

Si quieres ver días mejores, si quieres vivir bajo LA GRACIA de Dios, tienes que tomar una decisión HOY.
No necesitas un corazón perfecto, necesitas un corazón dispuesto.
Tienes que acercarte a Dios, tienes que someterte a Él, tienes que permitir que su Palabra limpie tu conciencia y renueve tus pensamientos.
Él se acercará ti, y hará morada en ti y disfrutarás de su presencia.
Satanás el diablo ya no te engañará más, LA GRACIA  de Dios te dará autoridad sobre él, y vivirás una vida victoriosa sobre el enemigo de tu alma.
POR LA GRACIA DE DIOS.



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