viernes, 6 de julio de 2018

UN TESORO EN VASOS DE BARRO

UN  TESORO EN VASOS DE BARRO  "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila



"Tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros" 2 Cor. 4:7
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, Cristo vive en mí" Gálatas 2:20

¿Que es el hombre para que Dios tenga de él memoria, y que es el hijo del Hombre para que lo visite? Salmo 8:4

No es fácil en la vida llegar a esta conclusión, nuestro ego, nuestro orgullo y amor por nosotros mismos es tan grande, que nos sentimos con derechos para exigir reconocimiento y valorización en lo que somos y hacemos, pero ¿derechos de qué?

Si nada es nuestro, si solo somos pasajeros en esta vida, ni siquiera decidimos nacer, y que todos nuestros sueños y anhelos, por muy valiosos que sean ante nuestros ojos, en un abrir y cerrar de ojos dejaremos de existir; nos desvaneceremos como una nube, y no habrá más.
Nada por lo cual luchamos y nos desvelamos nos podremos llevar, aunque tengamos las facturas y los títulos que lo acrediten, desnudos nacimos y desnudos moriremos.
Nada lo podrá impedir, porque "Está decretado por el creador que los hombres mueran una sola vez y después de esto, el juicio" Hebreos 9:27

Se nos olvida que fuimos hechos del polvo, el material más común y de menor valor sobre esta tierra. ¿Cuánto cuesta un kilo de tierra, u ochenta kilos de tierra?
Eso somos, y si no fuera por el soplo de Dios, ninguno de nosotros podríamos disfrutar de este maravilloso privilegio de contemplar la creación, y de gustar de los frutos de la tierra.
La vida es un hermoso regalo de Dios, como la salud, la familia, el trabajo, que debiéramos apreciar y agradecer cada día, sin importar el lugar y tiempo, en que Dios haya decidido que vivamos.

Mientras tengamos un concepto mayor que este, no podremos concluir como el salmista: ¿Qué es el hombre para que Dios tenga memoria?
Como consecuencia de nuestra soberbia, existirán siempre las guerras, los conflictos, las envidias, la avaricia y tantos otros males que afectan nuestro diario vivir.

¿Qué es el hombre para que Dios tenga memoria, y que es el hijo del Hombre para que lo visite?

Fue la reflexión de un hombre escogido para ser rey sobre Israel, a la edad de 17 años, y que sólo vería cumplido ese llamado cerca de los cuarenta, después de un largo proceso formativo de más de 23 años.

Un proceso duro, con injusticias, de muchos quebrantos, donde sufriría de persecución, humillación, y tendría que aprender a esperar, hasta el tiempo establecido por Dios.
En este proceso aprendería a conocer a Dios, como su pastor, su refugio, su castillo fuerte, su escondedero en el día de la angustia.
Experimentó el desprecio desde su niñez en su propia casa, y había hecho de Dios el valor sublime de su vida.
Fue a través de ese proceso, que aprendió a conocerlo y amarlo, hacerlo el todo de su vida, tesoro que no cambiaría por nada.
Había hecho de Dios la razón de su vida.
¿Qué méritos había tenido para ser escogido por Dios, gustar de su comunión, y para ser rey sobre su pueblo?
Él sabía que era un privilegio inmerecido, y a su vez una gran responsabilidad, razón por la cual buscaría agradarlo, y vivir en su temor toda la vida.

Que importante es ser un vaso adecuado, para ejercer un servicio adecuado, ser un vaso de honra que honre su contenido.

El tesoro que Dios deposita en la vida de los hombres, y sin que los hombres permitan el proceso necesario de formación, puede transformarse en ellos, en una maldición, como ocurrió con su antecesor el rey Saúl, a quién Dios desecharía en su servicio como rey de Israel; aunque siguió gobernando por 40 años, porque no tuvo la humildad para renunciar y entregar su cargo a quién le había constituido, Dios ya no estaba con él.
Saúl no permitió el proceso de Dios en su vida, y rechazar su proceso era rechazarlo a Él; como ocurrió también con ese pueblo rescatado de la esclavitud de  Egipto, y llevado por Dios al desierto, con el propósito que lo conociera y aprendiera amarlo, valorizarlo como su tesoro, y su recompensa sería la Tierra prometida en permanente comunión con Él.

Dios ha dado dones a los hombres, porque toda buena dádiva y todo don perfecto provienen de Él, sea intelectual, de administración para presidir y servir a los demás, en el hacer o enseñar a los demás, habilidades físicas, artísticas, musicales, etc. Dios las otorga a los hombres, para que en ella encuentren su vocación, su servicio a Dios y a los demás, pero su administración es y será de responsabilidad humana.
Los procesos de la vida que Dios permite en cada uno, son para que aprendemos a conocerlo y amarlo, para dar el fruto que Él espera de nuestro servicio.
Dios respetará lo que Él estableció como diseño en el hombre, su libertad para tomar decisiones. Él no nos creó auto programados como el reino animal, nos creó con la libertad de decidir, pero con la responsabilidad de asumir las consecuencias de nuestras decisiones, porque nos creó con la capacidad de conocer lo que es justo y recto en la vida, de tal manera que todos, sin excepción daremos cuenta de nuestros actos, y compadeceremos ante el tribunal de Cristo, el Juez y Rey justo sobre toda su creación.

Sólo quién así lo entienda, apreciará con responsabilidad el tesoro depositado en su vida, y permitirá ser moldeado como vaso, para honrar su apreciado contenido.

"Tenemos este tesoro en vasos de barro"

Son las palabras del apóstol Pablo, al reconocer el valor de la revelación de Cristo, y el llamado a su servicio.
El entendía que no cualquier vaso podía honrar al Señor, que era necesario que cada vaso fuese trabajado y moldeado a la imagen del Hijo, para resaltar así su contenido, y no sea honrado el vaso más que el tesoro que contiene.
Dios quebrantará cada vaso, una y otra vez con amor, según sea necesario hasta que pierda en si mismo su valor y resalte en el su contenido, hasta que pueda declarar como Pablo: "Ya no vivo yo, Cristo vive en mí"

Pablo reconocía este trabajo del Señor en su vida, era un vaso atribulado pero no angustiado, en apuros pero no desamparado, derribado pero no destruido; porque sabía que si el vaso era sometido a muerte, el tesoro resaltaría en él para preservación de vida en los demás, y para gloria de Dios.

"Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida"

Es la forma establecida por Dios, para que su TESORO depositado en nosotros, pueda ser apreciado y servido a los demás.
Así fue claramente visualizado en la vida de Jesús de Nazaret, los hombres podían apreciar y contemplar la gloria del tesoro de Dios en su vida, y eran atraídos por el tesoro.

Si no permitimos ese proceso, seremos un obstáculo y tropiezo para los demás, y no facilitaremos el desarrollo de su Propósito en nuestras vidas, así lo advirtió el apóstol Pablo:
"Habrán hombres amadores de si mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que TENDRÁN APARIENCIA DE PIEDAD, PERO NEGARÁN LA EFICACIA DE ELLA. A esos evita"
Ellos no lo conocen, ni conocen su amor, ellos se hacen así mismos sus propios tesoros.

Son engañadores elocuentes y manipuladores de los demás, no muestran el FRUTO DE CRISTO que es el tesoro de Dios en nosotros, su mensaje es resaltar el vaso más que su contenido, su mensaje es resaltar las virtudes del vaso, como hacerlo más saludable, exitoso y poderoso, es un mensaje humanista, que niega la cruz y la muerte al yo, olvidando que es Cristo en nosotros la esperanza de gloria.

¿Qué es de mayor valor, el tesoro o el vaso?

Jesús de Nazaret exaltó la Vida de Dios en Él, y no así mismo, crucificando por amor el vaso que lo contenía,  para que esa Vida Divina y su Espíritu hoy more en nosotros. El buscaba la gloria y servicio a su Padre.
Fue también el testimonio de sus discípulos, todos pusieron sus vasos en sacrificio vivo, por amor a quién les había amado hasta la muerte, y casi todos ellos fueron  martirizados por amor a Jesús, su tesoro apreciado.

Donde esté tu tesoro allí estará tu corazón; o en el vaso o en su contenido, y buscarás a quién lo alague.
El que ama el vaso lo perderá, más el que lo pierde por causa del TESORO, lo preservará para Vida eterna.
Por sus frutos los conocerás.
Tesoro en vasos de barro.

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