martes, 25 de julio de 2017

DESCUBRE EL DESEO DE SU CORAZON

DESCUBRE EL DESEO DE SU CORAZON "Una reflexión en el camino"

¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿Dónde están? Lucas 17:17
Por Guillermo Ávila

Es Jesús quien hace estas preguntas al único exleproso sanado que regresó agradecido a sus pies.
Jesús había sanado milagrosamente a diez leprosos, que en su angustia y dolor vinieron a Jesús, y clamaron a gran voz:  ¡Jesús Maestro, ten misericordia de nosotros!

Jesús se detuvo ante su clamor,  y les envió  a presentarse ante los sacerdotes conforme a lo establecido en la ley, para quienes eran limpiados  de este terrible mal como testimonio ante ellos, y mientras iban, experimentaron en forma gloriosa y milagrosa UNA COMPLETA SANIDAD.

¿Que momentos de mayor gozo y alegría habrán experimentado estos hombres al verse sanados de este terrible mal?
Años tal vez apartados por causa de esta enfermedad de sus seres queridos, y viviendo completamente aislados fuera de la ciudad. Sin duda un acontecimiento ¡Maravilloso!

Pero sólo uno de ellos, el que era samaritano, volvió a Jesús para dar gloria  y expresar su gratitud. Frente a esta realidad,  Jesús delante de toda la multitud preguntó a gran voz:
¿Y NO SON DIEZ LOS LEPROSOS QUE FUERON LIMPIADOS?
Y los nueve restantes ¿DÓNDE ESTÁN?

Jesús no había condicionado su sanidad a tener que regresar y darle gracias; ni rendirse a sus pies ni adorarle. Sanarles había sido  la más profunda y pura expresión de su amor y compasión, al verles en su dolor, en su sufrimiento, pero de sus palabras ¿NO HUBO QUIÉN VOLVIESE Y DIESE GLORIA A DIOS SINO ESTE EXTRANJERO? podemos deducir el  anhelo  profundo de su corazón, más allá de la sanidad, de restaurar la comunicación y relación perdida del hombre con su creador. Jesús era la expresión del amor del Padre para levantar y restaurar al hombre caído, y destituido de la gloria de Dios.

De este maravilloso episodio podemos descubrir el corazón del Padre, quien busca la comunión y relación  de amor con sus hijos. Dios nuestro verdadero Padre nos anhela celosamente, como está escrito: “Con amor eterno te he amado” y “les atraje con cuerdas de amor”

ESTA HISTORIA ES TAMBIEN NUESTRA HISTORIA
Esta historia nos revela la realidad de nuestro corazón, sólo un diez por ciento, una de cada diez que  experimentan las misericordias de Dios sobre sus vidas volverá  para agradecer a Jesús, quién le ha sanado y le ha librado de sus angustias.
Sólo una de cada diez personas regresará, para  reconocer que es Dios quién le ha otorgado una segunda oportunidad en su vida, y  está dispuesto a rendir su corazón a Jesús, para vivir el tiempo que resta bajo sus alas de amor.

Nueve de cada diez, tal vez no negarán el testimonio milagroso de su amor, pero seguirán viviendo sus propias vidas, aún dentro de un marco religioso pero muerto, sin vida, y como estos nueve leprosos judíos no regresarán a Jesús para darle gloria, porque no pudieron descubrir  en Jesús el corazón del Padre, no pudieron descubrir en Jesús al Hijo del Dios viviente, al salvador del mundo, y morirán sin una relación de amor con su verdadero Padre, lejos de su llamado y vocación, destituidos de su gloria y de su reino.

Estos diez lleprosos por su  obediencia a las palabras de Jesús,  experimentaron  su poder y autoridad sobre sus vidas, su sanidad, pero sólo la actitud del samaritano liberó la fe para SALVACIÓN sobre su vida, ¡TU FE TE HA SALVADO! fueron las palabras expresadas por Jesús.
No sólo experiementó su sanidad, también experimentó su salvación.

LA SALVACION UNA EXPERIENCIA TRANSFORMADORA
Te aseguro, que ese hombre (ex leproso) nunca volvió a ser el mismo, su vida fue marcada con un antes y un después, hizo de Jesús el todo de su vida, se convirtió en su discípulo para seguirle, desde ese día buscaría aprender del Jesús  que le había sanado, que  le había salvado, perdonados sus pecados, sanado su corazón, y le había otorgado una segunda oportunidad en su vida, para vivirla en una relación de amor con él.

Este discípulo se convirtió en un  TESTIGO de la obra de Cristo y del poder de su Resurrección.

¿Que sentido tendría para él volver a la vida religiosa que nunca había respondido a sus necesidades espirituales?
¿Qué sentido tendría volver a una forma de vida que sólo le había otorgado dolor y frustración?

Seguramente antes de enfermarse de lepra, había vivido una vida de insatisfacción como muchos, de esclavitud al pecado, al dolor, a tantos hábitos pecaminosos de mentiras y engaños que no le habían permitido ser feliz. Su enfermedad, la lepra, había descubierto y revelado su real pobreza, su débil  y miserable condición.

Para él ¿Qué sentido tendría volver atrás? a una vida de decepción y discriminación, de amigos y relaciones que nunca realmente lo fueron, que ante su enfermedad le abandonaron, condición que solo acumuló en sí mismo resentimientos, odio y amargura.

¡Yo no quiero volver nunca más a esa vida! Sin duda fue su conclusión.

Quién tuvo el poder para sanar mi cuerpo ¿No tendrá poder para salvar mi alma? ¿Para darme libertad  y una nueva vida en mi espíritu?
Tengo que volver a quién me sanó, necesito regresar y conocerle.
A Él me rendiré, con gratitud aprenderé de Él, y le seguiré el resto de mi vida, solo en Él  depositaré mi fe y pondré toda mi confianza. Sólo por Él y para Él quiero vivir.
Se que en Él seré bendecido y en Él seré de bendición para los demás.

Ellos son  los que tienen corazón de hijo, verdadera humildad.
Son los que se dejan guiar, enseñar y pastorear por Jesús.
Es el corazón que Dios el Padre busca, para moldear y restaurar por medio de su Espíritu la imagen de su Hijo, su diseño original para el hombre.

Es el remanente que Jesús tiene sobre esta tierra, a quienes se les ha dado el Reino de los cielos, ellos son los de corazón limpio, los mansos que heredarán la tierra, los que viven y experimentan la vida de Dios cada día, los que han descubierto el deseo del corazón de Dios y desean agradarlo.
Ellos son el diez por ciento, ellos son el uno entre diez,  son los que han vuelto para vivir para Jesús.
No todos se salvarán, no porque Dios no quiera, porque el murió en la cruz por todos los hombres.

¿Y tú, dónde estás?

¿Por qué te has quedado lejos?
¿Por qué te has quedado solo con el testimonio y sin Él?
¿Cuál es tu temor?
¿Qué te impide venir con gratitud a sus pies y rendir tu corazón?
¿A quién le atribuirás la gloria?

Hoy Dios te concede esta oportunidad, hoy es el día para venir a sus pies, para abrazarlo,  para amar y ser amado por Él.
Hoy es el día para descubrir su corazón.
El llenará con su plenitud tu corazón y experimentarás su preciosa y hermosa comunión.






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