PRESERVADORES DEL PROPÓSITO DE DIOS "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila
“De cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar” Génesis 22:17
Existe en todo hombre, incorporado a su naturaleza y a su espíritu la necesidad de trascender, un sentido y anhelo de eternidad, nadie quisiera morir sin haber hallado el sentido para su vida.
Todos quisieran que su paso y experiencia terrenal dejara un legado que les recuerde, y que quede en la memoria de quienes vivan para las próximas generaciones, aunque sea en el plano familiar.
Como declaró alguien: “Plantar un árbol, escribir un libro o tener un hijo”
El hombre se esfuerza por alcanzar algún logro en esta vida, sea en el plano deportivo, político o intelectual; realizar alguna hazaña, que marque su historia; formar una familia, tener un hijo que perpetúe su nombre, no pasar inadvertido en la vida.
Quién ve frustradas estas expectativas, quien ha visto sólo fracasos en la vida, carga en su interior un sentimiento de insatisfacción y frustración, que en muchos casos le deslizan hacia las drogas, al alcohol, o a un punto donde se pierde todo deseo de vivir.
No es fácil cargar con este sentimiento de insatisfacción y culpabilidad; verá dañará su salud, destruirá su carácter, o llenará su corazón de amargura y agresividad.
Es muy común verlo en nuestra sociedad. Muchas veces en personas que gozaron de hermosos logros, con tristeza ven como todo se derrumba.
Sin duda, faltó sabiduría, faltó consejo, faltó presencia y BENDICIÓN de Dios.
Fuimos creados con y para eternidad, no somos el fruto de la casualidad. Somos seres únicos por creación, con sueños y aspiraciones depositadas por Dios nuestro Padre, en nuestros genes.
¿Cuánto necesitamos unir los anhelos de nuestro corazón, con LOS ANHELOS DEL CORAZÓN DE DIOS.
Es el pecado, es el maligno, quien ha venido a matar, a robar y a destruir, quién anula en el hombre esta inspiración celestial, pero no todo está perdido, hay esperanza, Dios nos ha socorrido.
“Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia, hay quién procura vuestra muerte, el diablo, él es homicida desde el principio, él ha venido a matar, a robar y destruir. Yo he venido para darles vida. El que cree en mi aunque esté muerto vivirá, Yo soy la VIDA ETERNA”
Lamentablemente, muchos son engañados por algunos que ven la obra de Dios como el desarrollo de su propios sueños y proyectos, como el logro de su propio bienestar; ven la obra de Dios como "una empresa" y a los hermanos como "peones" para alcanzar sus objetivos y no los de Dios.
En consecuencia muchos hermanos terminan frustrados, y se alejan de las comunidades después de haber entregado gran parte de sus vidas, de su tiempo, de sus recursos a logros terrenales, y no haber alcanzado el Propósito de Dios para su vida y su descendencia.
¿Ha sido esa tu experiencia?
No busques culpables fuera de ti, nosotros somos lo que decidimos seguir a los hombres y no a Dios y Su Propósito.
El autor y consumador de nuestra fe, es el Señor.
Esta historia no ha cambiado, y no cambiará mientras gobierne el pecado en el corazón de los hombres.
La historia de la humanidad nos muestra momentos desastrosos, momentos en que parecía que todo estaba perdido, cuando el pecado, la maldad, la violencia todo lo había corrompido, y el corazón de Dios estaba dolido:
“Raeré de sobre esta tierra al hombre, me arrepiento de haberlo creado”
Tiempos en que nadie buscaba agradarle y satisfacer su corazón. Si rechazamos la vida solo queda la muerte, si rechazamos la luz solo queda oscuridad.
Así una generación trajo la muerte sobre sí: "Un diluvio que todo lo destruyó" es que no había otro posibilidad a esa condición, “La paga del pecado es muerte”
PERO CUANDO SOBREABUNDA EL PECADO, TAMBIÉN SOBREABUNDA LA GRACIA DE DIOS.
Había una luz de esperanza, Noé halló gracia a los ojos de Dios, que permitiera PRESERVAR EL SUEÑO DE DIOS, de preservar sobre esta tierra su voluntad.
Sería un nuevo comienzo, sería como un nuevo nacimiento.
Fue una nueva oportunidad para esta humanidad: "Y lo bendijo Dios y le declaró: Fructificad, multiplicaos y llenad la tierra”
LA BENDICIÓN de Dios sobre los hombres es fundamental, es el recurso divino para alcanzar su voluntad.
ABRAHAM UN PRESERVADOR DEL SUEÑO DE DIOS.
Así comenzaron nuevamente los hombres a multiplicarse y habitar la tierra, lo hijos crecieron, y los hijos de los hijos nacieron. Diez generaciones, y nació Abraham en quien Dios establecería linaje, escuchando desde su niñez el testimonio del anciano Noé:
“Dios tiene UN SUEÑO, su corazón paternal anhela tener hijos, muchos hijos, UNA GRAN FAMILIA, que refleje SUS ATRIBUTOS, su amor, su fe, su imagen, su corazón sobre esta tierra"
De Noé, ABRAHAM aprendió la fe y su anhelo generacional, y se casó con Sara para formar una familia para Dios, vivía en Babilonia, una nación pagana donde parecía locura el anhelo de su corazón, su esposa estéril, no podía tener hijos, y veía con los años una gran frustración.
A pesar de ser un gran ganadero y exitoso en sus negocios, al cumplir sus 75 años y no tener hijos, no podía consolar su corazón y en Dios buscaba consolación.
Dios miró desde los cielos y halló gracia en su corazón, que a pesar de su condición nunca renegó de su Señor, en Él depositó toda su esperanza y de Dios vino la respuesta a su oración:
“Sal de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tus padres, y haré de ti una gran nación, y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra”
¡Qué llamado a trascender en Dios! y satisfacer conjuntamente su corazón.
En Abraham, Dios no sólo establecería una descendencia terrenal, sino también una descendencia celestial, "Como la arena del mar, como las estrellas del cielo" Así será tu descendencia.
Dios se llamaría así mismo: “Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob” tres generaciones en Abraham y tres generaciones para Dios.
Abraham y Sara salieron en busca de esa PROMESA, caminaron kilómetros y años en pos del cumplimiento de esa Palabra, no les fue fácil, fueron muchas lágrimas, mucho dolor, muchos obstáculos, muchos problemas, muchas luchas, muchos errores y equivocaciones, pero en cada uno de ellos aprendió a conocer y a caminar con Dios. Y donde Abraham puso sus pies, levantó un altar donde adoró y se consagró a su Dios.
Abraham fue un edificador del ALTAR DEL SEÑOR, Abraham fue un restaurador y preservador del PROPÓSITO ETERNO DE DIOS.
Abraham amó su vocación y vivió para el cumplimiento de su llamado. No fueron sus logros, no fue su trabajo, ni fueron sus negocios, lo que llenó su corazón. Fue dejándolo todo, y aprendiendo de cada proceso der la vida a confiar y a esperar en Dios.
Pasaron largos 25 años para ver el cumplimiento de la promesa del nacimiento de su hijo Isaac, lo que trajo gozo y alegría del Señor a su ancianidad, pero sólo era el cumplimiento de la promesa en su aspecto terrenal, faltaba su consumación celestial.
Dios le ordenó sacrificar sobre el altar a su hijo natural, para hacerlo trascender a un plano celestial: "Abraham entrégame tu hijo, tu único hijo, ofréndamelo en el altar”
Fue una experiencia dura y parecía cruel, pero no había otro camino y otra palabra para obedecer, al disponerse en el altar, su Palabra volvía a alumbrar:
“Por mi mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar, tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”
Génesis 22: 16-18
Abraham lo sacrificó en su corazón, y en un sentido figurado como está escrito lo volvió a recibir , como un hijo de la resurrección.
La promesa estaba cumplida “Como la arena que está a la orilla del mar” una descendencia terrenal. “Como las estrellas del cielo” una descendencia celestial"
Abraham había aprendido a ofrendar en el altar”
Necesariamente TODO lo natural y terrenal debe pasar por el altar, para transformarse en un Don celestial.
Jesús se ofreció en nuestro lugar en un altar, para transformar nuestras vidas en un Don celestial.
"Voy pues, a preparar lugar para vosotros, para que donde yo estoy ustedes también estén, en la casa de mi Padre, donde muchas moradas hay"
Fue en la cruz, donde Jesús preparó un lugar para nosotros junto a Dios.
Es necesario que esto natural sea transformado, para heredar su Reino Celestial.
Es necesario morir para poder vivir.
TODO lo que somos, todo lo que tenemos, si queremos verlo trascender en Dios, deberá pasar necesariamente por SU HIJO, por LA CRUZ, y debe ser ofrendado en el altar, a los pies de Jesús.
¿Quieres ver tu vida trascender?
¿Quieres ver tus hijos trascender?
¿Quieres ver tus bienes y logros trascender en Dios?
¿QUIERES SER UN PRESERVADOR DEL PROPÓSITO DE DIOS?
Los deberás ofrendar en el altar a los pies de Jesús.
TODO, SIN EXCEPCIÓN debe pasar por la CRUZ
Porque todo lo que está en los cielos, lo que está en la tierra y debajo de la tierra, debe ser reunido en Cristo.
Ese, es el triunfo final de Dios, la consumación de su Propósito Supremo en el hombre. Creados para su completa satisfacción.
La Iglesia, son los hijos de la resurrección, hombres y mujeres nacidos en Cristo para su entera satisfacción.
¿Cuál es tu sueño?
¿Cuál es tu proyecto de vida?
No te dejes engañar, has del sueño de Dios tu sueño, haz de tu experiencia terrenal, una experiencia CELESTIAL.
Se UN PRESERVADOR DEL PROPÓSITO DE DIOS.
“De cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar”
UN LEGADO TERRENAL Y UN LEGADO CELESTIAL