lunes, 10 de octubre de 2011

LA NECESIDAD DE PERDER "Una reflexión en el camino"

LA NECESIDAD DE PERDER
Por Guillermo Avila


"Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.” 1 Reyes 17:7

Nuestra formación como discípulos de Cristo no puede ser perfeccionada sino pasamos por un necesario proceso de pérdida, de hecho Jesús fue muy claro y directo en su llamado a quiénes pretendían ser sus discípulos:
"Si alguno quiere ser mi discípulo debe negarse asimismo, debe estar dispuesto a renunciar a todo y tomar su cruz cada día”
Lamentablemente no a todos se nos presentó el Evangelio del reino con esa claridad, en consecuencia no podremos eludir este proceso si de verdad queremos crecer y madurar como discípulos en nuestra vida espiritual, para efectivamente colaborar y servir conforme al Propósito Eterno de Dios.
Lamentablemente hoy se presenta un Evangelio distorsionado, donde se enfatiza el beneficio del hombre por sobre el beneficio y la gloria de Dios. Se olvidaron que es el pecado quién nos centra en nosotros mismos, y el evangelio nos centra en Dios. Para su gloria fuimos creados.
La prioridad del Evangelio es que los hombres busquemos y nos sujetemos al Reino de Dios, no es dejar de sufrir, alcanzar nuestra realización personal y menos llegar ser millonarios. Cuando los hombres nos sujetamos al Reino de Dios, dejamos de sufrir por causa del pecado, dejamos de vivir egoistamente, dejamos de pensar en nosotros mismos, en muchas oportunidades nos llevará al sufrimiento por causa de Cristo. Lo fundamental es que Jesucristo es nuestro Señor.
Debemos aprender, que el perder contribuye a nuestra ganancia espiritual, que el fracaso y el desvanecimiento de muchas cosas que considerábamos de valor nos permiten madurar en el Señor. Que las inseguridades materiales de la vida contribuyen a nuestro establecimiento espiritual, y a establecer el verdadero tesoro que nos hace trascender por la eternidad.
Es el amor de Dios quien nos sostiene, y Él hará que todas las cosas de la vida ayuden al cumplimiento de su Propósito creacional en nosotros: "Ser conformados a la imagen de su Hijo"
Elías fue un hombre de fe, llamado por Dios para restaurar la vocación espiritual de su pueblo Israel, en el desarrollo de su llamado, experimentó la dádiva de Dios sobre su vida junto al arroyo de Querit, allí Dios le sustentó por un tiempo, en ese lugar los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, en ese lugar  bebía agua del arroyo, pero declaran las Escrituras,..."que  pasados algunos días el arroyo se secó"
ESTE ES UN CUADRO DE LA VIDA DE TODOS NOSOTROS, refleja nuestro ayer, nuestro hoy, y es profético para  nuestro mañana.
Tenemos que aprender la diferencia entre confiar y depender del don, y confiar y depender del Dador del don. El don puede ser bueno y sustentarnos durante un tiempo, pero el Dador del don es el Amor y sustentador Eterno.
Fue un momento duro para Elías, y de meditación  junto al arroyo seco, pero cuando llega a Sarepta de Sidón, donde Dios le dirige, todo le sería claro como la luz del día, donde la gracia de Dios le volvería a sustentar. El es Dios de llamado y de toda consolación.
Las palabras duras de Dios y sus “NO”, no siempre serán sus últimas palabras.

Las pérdidas y aflicciones de la vida no son necesariamente nuestro final, son solo parte de un proceso necesario, para llevarnos a su final, el cumplimiento de SU PROPÓSITO en nuestras vidas y familias.
Nuestras lágrimas no son el fin, son un medio para alcanzar el consuelo de Dios, y para limpiar nuestros ojos que nos permitirán ver lo que Dios nos quiere revelar.

Sin este proceso Elías no podía madurar, necesitaba aprender a confiar y a depender de  Dios. Elías tenía que aprender en Querit a vivir y a caminar por fe, y así confrontaría las tinieblas y rompería las obras del maligno sobre la mente y el corazón de su pueblo. Así vería  como los cielos se abrirían para derramar el Fuego del Espíritu, que secaría y limpiaría el altar derribado, y sería testigo de cómo Dios derramaría sobre su pueblo la verdadera Agua, que traería un renovado fruto que satisfacería su corazón.

¿HAS VISTO SECARSE EN TU VIDA ALGUNA FUENTE TERRENAL?
No tengas temor, es solo el medio para que en Cristo aprendas a confiar.
Si algún arroyo en tu vida se ha secado y te has amargado, sin duda, hay un aspecto en tu fe que no ha sido aún perfeccionado. Si aprendes a esperar, a confiar y adorar en debilidad ¿Cuánto gozo traerá su consolación?
Pero si tu fe en Cristo ha madurado, entonces como Habacuc brotará un canto de adoración a tu amado, esperando de su Fuente Eterna la consolación que traerá a tu corazón:

“Aunque la higuera no florezca
Ni en las vides haya fruto,...
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová, el Señor, es mi fortaleza.”

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