lunes, 10 de octubre de 2011

VOCACIÓN DE SER MADRE "Una reflexión en el camino"

VOCACIÓN DE SER MADRE "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Avila


"Dios de huérfanos y protector de viudas" Salmo 68:6

Elba Castro había cumplido sus 14 años, era solo una niña, y fue testigo de cómo la Tuberculosis, una enfermedad mortal para esa época (1938) golpeaba su hogar, y en solo tres años consumiría la vida de su madre.
Era una enfermedad muy contagiosa, que requería el aislamiento del paciente y de todas sus pertenencias de uso personal, en estas condiciones no era fácil encontrar alguien que asumiera el cuidado del enfermo, pero ella no lo pensó dos veces, el amor de hija hacia su madre fue más fuerte que las consecuencias que ello implicaría, y a pesar de ser 6 hermanas, ella escogió cuidarla hasta el día de su muerte.
Durante los siguientes tres años, vería como esta mortal enfermedad consumiría lentamente la salud de su madre, y como cada vez requería una mayor atención, abandonó sus estudios para dedicar su tiempo a cuidarle, lo que haría hasta cerrar sus ojos.

Fue sólo la misericordia de Dios que la guardó de esta contagiosa enfermedad, aún así se tuvo que hospitalizar para someterse a todos los exámenes de rigor, comprobando con asombro su completa inmunidad, Dios le había guardado.

Pero el dolor de su partida fue mayor que el contagio de esta mortal enfermedad, y despojada de toda ambición terrenal buscó en Dios su consuelo y consagración; se cumplía la palabra, que en nuestras debilidades Dios se perfecciona, a consecuencia de ello se internó en  el Convento de claustro “Las Carmelitas” de Chillán, buscando en ello su vocación espiritual. 
Su enclaustramiento, le impidió participar de la partida de su padre, pero en este proceso la mano de Dios intervendría, para revelarle su verdadera vocación.

Dios en todo lugar se agrada, de un hombre o una mujer que tiene un corazón sincero para Él.

Así fue como en el tercer año de su internado, antes de hacer sus votos definitivos, cuando le sobrevino una grave enfermedad, que ni siquiera los médicos pudieron explicar; pero era una intervención divina, para provocar un cambio, que marcaría el destino de su vida. 

La madre superiora del convento, quién sentía por ella una gran responsabilidad, recibió luz de Dios, para revelar el misterio; fue por un sueño profético, como Dios le revelaría la causa de su enfermedad, y así se lo declararía de parte de Dios:
“Hija, hoy Dios me ha revelado cual es tu verdadero llamado, la causa de tu enfermedad; es el don de la maternidad que Dios te ha concedido, el don de concebir hijos, y esa será tu vocación: Dios te dará muchos hijos, y en ellos verás cumplirse, el anhelo espiritual de tu corazón”
Fue así como tuvo que abandonar el convento, y regresar a la vida normal, con una palabra que direccionaría su vida: Buscar un hombre piadoso con quién formar un hogar, y asumir la maternidad como vocación de Dios para su vida.

Estas palabras literalmente se cumplieron, ella formó una familia de siete hijos, hasta que a sus 37 años  por un accidente sufrío la muerte de mi padre, y como consecuencia enviudó.

No estaba en sus planes, este percanse en su vida, porque Dios no nos declara las dificultades que tendremos que enfrentar. Él nos declara nuestro destino, y nosotros con fe y decisión lo debemos alcanzar.
El nunca promete que no sufriremos en el camino, el declara: "Que muchas son las aflicciones del justo" es un camino de obediencia, donde debemos aprender a confiar en Él, porque sí él prometió: Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin"

Fue un terrible golpe que la vida le propinó, con siete hijos pequeños tener que enfrentar ese gran dolor; parecería esfumarse su encontrada vocación; buscó en su angustia una vez más el consuelo del Señor, y una palabra confortó su corazón:

“Hija, no tengas temor, yo estaré contigo y nunca te abandonaré; debes confiar porque siempre  te sostendré”

Que maravilloso es oír la voz de Dios, en medio de nuestro dolor, sus palabras son vida, son Espíritu que vivifíca el corazón, trae consuelo y trae paz; aunque todo siga igual, porque sé que no estoy sólo en mi dolor.

Está escrito: 
“No temas, porque no serás confundida; no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud y de la afrenta de tu viudez no tendrás mas memoria. Porque tu marido es tu hacedor.” Isaías 54:4

"Nuestro Dios es Padre de huérfanos y protector de viuda, Dios hace habitar en familia a los desamparados" Salmo 68:5,6

Como no creerlo, si yo como hijo también lo experimenté.

El Señor la sostuvo y fuimos testigos de su amor consolador, y como mujer y madre asumió con valentía su vocación.
Por esta vocación mi madre, nunca se volvió a casar, dedicó su vida a sus hijos y en ellos su fe quiso plasmar, sus oraciones nos sostuvieron, y se fueron con ella en su sueño, como siempre quiso partir a los brazos de su amado.
A sus 92 años, partió a la presencia del Señor, a los brazos de su amado Salvador.

Hoy quiero honrar su memoria y su vocación de madre quiero resaltar; soy un fruto de su legado de fe y amor, porque con perseverancia nos llevó a los pies del Señor.

Antes de partir pudo abrazar a sus hijos, y dejar un legado de fortaleza, valentía, amor y fe, que sin duda perdurá hasta la tercera y cuarta generación.

Gracias mamá, por tu legado de fe y amor, un sello divino de tu abnegada vocación.

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