lunes, 17 de junio de 2013

EL DESIERTO NO ES UNA OPCIÓN "Una reflexión en el camino"

EL DESIERTO NO ES UNA OPCIÓN "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila


                              


"Acuérdense de todo el camino que el Señor su Dios les hizo recorrer en el desierto durante cuarenta años, para humillarlos y ponerlos a prueba, a fin de conocer sus pensamientos y lo que había en su corazón" Deuteronomio 8:2


El desierto es un lugar árido, inhóspito, donde no se encuentra facilmente agua, ni alimentos y no se puede cultivar nada en el. No hay pastos, ni una sombra para mitigar el calor, no hay camino visible, es un lugar difícil para sobrevivir, quien no conoce el camino y es inexperto, seguro que no saldrá vivo de ese lugar.

Para el pueblo de Dios, quienes habían sido rescatados de la esclavitud de Egipto, el desierto era un paso necesario, planificado por Dios, para que alcanzaran su libertad definitiva y se establecieran plenamente en la voluntad de Dios como nación en la Tierra prometida desde tiempos del patriarca Abraham, y así llegasen a ser un pueblo modelo para bendición de todas las naciones de la tierra.

La experiencia de ese pueblo es una figura de nuestra experiencia como cristianos.

Quienes experimentamos la maravillosa salvación de nuestro Dios de la esclavitud del pecado, y hemos nacido como hijos de Dios, el paso por el desierto no es una opción, Dios lo planificó de esa forma, porque no existe otra manera para que El nos pueda establecer como hijos maduros y como su pueblo sobre esta tierra, y así introducirnos en la herencia y bendición de su Hijo.

Es un periodo de prueba, con el propósito de que conozcamos a quien nos llamó, que conozcamos a satanás nuestro enemigo, y que nos conozcamos a nosotros mismos. No olvidemos que este pueblo en los días de José fue llevado con bendición a lo mejor de la tierra de Egipto, y sutilmente fueron siendo relegados a la condición de esclavos y terminaron siendo un modelo de oprobio entre las naciones.

Una advertencia para quienes tan facilmente hacen alianzas incorrectas en el desierto, para quienes ponen su corazón y esperanza en los sistemas humanos, recibiendo por cambio una porción codiciosa en esta tierra que no es el lugar establecido por Dios para su pueblo.
No habrá un resultado diferente para quienes se dejen atraer por lo agradable a los ojos, por lo que aparentemente es bueno para comer, su fruto al fin será el cautiverio bajo el dominio de "Babilonia"

El desierto es un paso necesario para el pueblo de Dios.
Necesario, como lo fue para Jesús su paso por el desierto, donde sería tentado, y de donde Dios lo sacaría revestido del poder del Espíritu Santo, para comenzar así su misión y servicio sobre esta tierra.
A este Hijo de Dios, Dios levantaría como modelo y testimonio para todos los hombres.

Nuestra esperanza debe ser Cristo y solo en Él debe estar nuestro corazón. Es nuestra "Tierra prometida"

No es nuestra meta el desierto, es solo un periodo de transición, un tiempo para conocer y amar a Dios quien ha hecho morada en nuestro espíritu para conquistar nuestra alma y llevarnos a nuestra definitiva libertad, para unirnos y caminar con Él por toda la eternidad.

Es el lugar donde descubro quien soy, y tomo conciencia de mi naturaleza.
Es el lugar donde se manifiestan las pasiones de nuestra naturaleza caída y no redimida, donde nuestro orgullo, celos, soberbia, rebeldía y la falta de sujeción de nuestra carne es sacada a luz.
Es el lugar donde descubrimos quienes realmente somos y tomamos conciencia de nuestra débil y pobre realidad.
Es el lugar donde descubro lo que realmente amo y el lugar que verdaderamente le quiero dar a Dios en mi vida y en mi corazón.

Es el lugar de grandes y definitivas decisiones, donde tomo conciencia que ya no podré cambiar mi pasado porque Egipto quedó atrás y murió definitivamente con Faraón, tomo conciencia que no podré manejar mi futuro, y solo puedo administrar mi presente, lo que solo hoy puedo decidir.

Es un lugar de oración, de meditación y de despojamiento definitivo de mi mismo, para rendirme en los brazos de nuestro verdadero Dios y descubrir cuan grande y fiel es su amor.

Es Allí donde descubro que su Palabra es maná que nutre y es agua que quita la sed, que fortalece, que vivifica, y me entrega las fuerzas para servirle y rendirme definitivamente a sus pies.

Descubro que no es un lugar para debilitarme y morir, no es un lugar para quejarme y sólo llorar, no es un lugar para hacer alianzas desesperadas, mis debilidades no justificarán mi pecado y mis malas decisiones.
Es un lugar para fortalecerme en el poder de su fuerza, es el lugar para tomar toda la armadura de Dios, es el lugar para asirme de él, es el lugar para tomar mi cruz y caminar en fe mirando a Cristo y poseer todas sus promesas.

Es en el desierto, donde se nos imparte la fe como gracia inmerecida de Dios.

Es en el desierto donde descubro que no puedo sobrevivir sin El, sin su vida, sin su aliento, sin su cuerpo y sin la comunión. Descubro lo que verdaderamente tiene valor en esta vida.

Concluyo que el desierto no es el lugar donde Dios quiere que me establezca o haga alianzas, así que, con fe rechazo el acomodarme a dicha condición, el quedarme allí solo me conducirá a la muerte o a la esclavitud.

Ahora entiendo que mi desierto eran el camino hacia mi crecimiento y madures, y quiero experimentar el poder de su resurrección y poseer en él la Tierra de Dios.

¿En que lugar te encuentras?

Si estás pasando por el desierto, Dios quiere que sepas que es su voluntad, como proceso para tu vida, como también quiere que sepas que no es tu lugar definitivo.

Aunque aún en el desierto podemos disfrutar de su presencia, dando gracias por su nube que nos protege del calor del día y nos da dirección, dando gracias por su columna de fuego que vela nuestros sueños y  que nos permite descansar en su paz, dando gracias por el Maná del cielo que nos sustenta en el día a día.

Dios quiere que sepas, que este es el tiempo de levantar nuestra mirada, que miremos la Tierra Prometida delante de nosotros y nos levantemos a poseerla, porque él nos la ha entregado.

Dios quiere que sepas, que el desierto solo era un paso necesario, pero que desde hoy, Dios te introducirá en la Tierra prometida y te bendecirá.

Dios quiere que sepas, que el Angel de Jehová esta en pie con su espada desenvainada, para acompañarnos en este nuevo desafío y pelear por nosotros y con nosotros, para darnos la victoria sobre todas sus promesas.

¿Te quedarás mirando un pasado de esclavitud y miseria?
¿Te quedarás haciendo alianzas que solo te conducirán a la esclavitud?
¿Te quedarás dando vueltas en el desierto, esperando morir, habiendo delante de tí tan hermosa invitación de quien tanto nos ama?

Te invito a levantarte, a tomar fuerzas en el Señor y seguir adelante.

Te invito a tomar poseción de la provisión de gracia que Dios nos ha dado en su Hijo, y en el poder de su Espíritu Santo, poseer y disfrutar de la buena tierra que Jehová nuestro Dios nos da, tierra de bendición, tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados, tierra de olivos, de aceite y de miel, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes. Allí comerás y te saciarás, y te bendecirá Jehová.

Es Cristo, la buena tierra, nuestra herencia y el lugar de reposo para nuestra alma.

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