LA RAZÓN ¿UNA FORMA CORRECTA DE MIRAR LA VIDA? "Una reflexión en el camino"
Por Guillermo Ávila
“Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dijo el Señor. ¡Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos!” Isaías 55:8,9
Las BIENAVENTURANZAS y los FRUTOS prometidos por Dios respecto a Su Palabra, son en razón de nuestra obediencia a ella: “Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la obedecen”
Estos HACEDORES de la Palabra son los “hombres sabios” que edifican sobre la Roca y manifiestan los frutos de la Vida de Dios.
Parece tan SIMPLE y SENCILLO pero...
¿Por qué nos cuesta tanto obedecer Su Palabra? ¿Por qué no podemos experimentar los frutos prometidos en Ella en nuestras vidas y familias?
¿Por qué no podemos ver esa maravillosa COMUNIDAD PROMETIDA sobre esta tierra?
Porque alguien nos ha hecho creer, “QUE LA FORMA CORRECTA ES DEL HOMBRE” y es la forma que el hombre desarrolla para ejercer el control de la vida, y no está dispuesto a perder.
El conocimiento del árbol de la ciencia del bien y del mal nos hizo sabios, pero en nuestra propia opinión, hasta el punto de creer que nuestra razón es la única garantía para nuestro bienestar.
Es la razón, por la cual muchos hombres en la historia bíblica llegaron a discutir con Dios, argumentando que no estaba haciendo bien las cosas, y que por esa causa ellos estaban sufriendo las consecuencias, al sentirse en sus circunstancias a la deriva y sin el control de su destino.
¿No ha sido también tu queja en algún momento de tu vida?
¿No es la argumentación de muchos, ante su incomprensión de los acontecimientos trágicos que las ha tocado vivir?
Por lo general, Dios no obra en la “corrección” y “lógica humana”, Dios obra de formas inesperadas e incorrectas a nuestra razón, poco convencionales, poco ortodoxas, opuestas muchas veces a lo que el hombre esperaría normalmente.
Con Dios muchas veces PARA SUBIR HAY QUE BAJAR, PARA GANAR HAY QUE PERDER, Y PARA VIVIR HAY QUE MORIR.
Con frecuencia Dios hace las cosas contrariamente a lo esperado, normalmente sólo para demostrarnos que Él es Dios y Soberano, y que puede hacer cualquier cosa, aún lo imposible, sin importar las consecuencias, y eso, sí molesta a nuestra naturaleza y desata nuestro orgullo y soberbia. ¡
A Dios le encanta hacer las cosas al revés de como pensamos nosotros hacerlas! ¡Y a menudo obra de una manera misteriosa para realizar las maravillas de SU AMOR! y es allí donde nos confundimos y PERDEMOS SU BENDICIÓN.
Porque Tú ya no eres tan importante, tu sabiduría es trapo de inmundicia, eres solo polvo, frágil y mortal, y no tienes el control de nada, ni el de tu propia vida. ¡Qué humillante para nuestra razón!
Tú no puedes edificar tu vida.
Tú no puedes edificar tu casa.
Tú no puedes edificar Su Iglesia.
Eres solo hombre, y no Dios.
¡SI ÉL NO EDIFICA, EN VANO TRABAJAN LOS QUE EDIFICAN!
Entrégale tú vida y ponla en sus manos, y Él la edificará.
Entrégale tu familia a su sabiduría y Él la edificará.
Entreguémosle Su Iglesia, a Él le pertenece, dejemos de arrogarnos una posición que no nos pertenece.
Si la vida y Dios ha humillado nuestra carne:
¿Qué sentido tiene defendernos y sostenernos humanamente como Saúl, si nuestra actitud ha sido desechada por Dios?
¿Para qué seguir sosteniendo una posición que Dios ha quebrantado y derribado?
¿Manipularemos nuestra historia para no humillarnos y arrepentirnos delante de Él?
Dios resiste la soberbia humana y al altivo mira de lejos, pero desciende y hace morada con el humilde de espíritu y quebrantado de corazón, para saciarlo y bendecirlo con la abundancia de su Gracia. Solo entonces veremos Su Gloria, y no seremos avergonzados, y Él traerá el fruto de Su Justicia y de Su amor sobre tu vida y hogar.
Dejemos que Él sea Señor de todo, dejemos que Él obre a Su manera, no defendamos nuestro orgullo, menos nuestra razón.
Él tiene sus razones, y su forma siempre será la mejor. ¡Alabado sea Dios!
Él hará que TODAS LAS COSAS ayuden a bien, para el cumplimiento de SU PROPÓSITO, y no el nuestro.
Deja de decirle a Dios como hacer las cosas, limítate a CONFIAR y HACER las cosas como Él dice, sin importar lo disparatadas que te puedan parecer a veces, porque:
“Mis pensamientos no siempre son tus pensamientos, y Mis caminos no siempre serán tus caminos”
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