martes, 18 de junio de 2013

¿ESTÁS PREPARADO? "Una reflexión en el camino"

¡ESTÁS PREPARADO?  “Una reflexión en el camino”
Por Guillermo Ávila




“Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” Mateo 26:35

Hoy me levanté con este pensamiento: ¿Cuándo realmente en la vida estamos preparados para enfrentar una crisis?

Todos hemos vivido algún momento de crisis, donde pensábamos que tendríamos la capacidad y los recursos para salir airosos en ella, pero con tristeza tuvimos que reconocer que en verdad ¡No estábamos preparados! y como este elefante literalmente quedamos tirados.

Sin duda, Pedro el discípulo de Jesús se tenía mucha confianza y fe,  cuando declaró estas palabras: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré”, al punto, que contagió a todos los demás discípulos, y todos dijeron lo mismo.

Conocemos el desenlace de esta historia y “la noche amarga” que Pedro tuvo que vivir, al no poder sostener sus palabras, al igual que todos los demás discípulos del Señor.

El corazón del hombre por causa del pecado quedó imposibilitado de amar con perfección, y sostener sus propias palabras como Dios lo había diseñado, sufriendo con ello la frustración y el fracaso en muchos aspectos de la vida.

¿Es requisito entonces tenerse una gran confianza y fe, para salir airosos en una  crisis?

Al meditar en algunos ejemplos de la historia del pueblo de Israel, podemos comprobar que no fue una gran fe y una gran confianza en sí mismo, lo que sostuvo el testimonio de Dios en hombres y mujeres, en medio de las pruebas que tuvieron que enfrentar.

Como es el caso de Moisés, que en la plenitud de sus fuerzas(40 años), respaldado de un gran educación e influencia social, criado en el palacio como un hijo del Faraón en Egipto, pensó que podía pararse con decisión  en favor de su pueblo, que humillados por la esclavitud quiso vengarles, y liberarles de los verdugos que le oprimían,  y el resultado de este acto heroico y valeroso, fue vivir relegado por cuarenta años en el desierto, donde ya perdidas  sus esperanzas a sus 80 años, Dios le visitaría, le restauraría y lo  levantaría, como el Gran Libertador de su pueblo.

Así también ocurrió con el gran rey David de Israel, quien siendo un muchacho lleno de energía, valentía, fe y confianza, enfrentó victoriosamente al gigante Goliat y al ejército filisteos, lo que le llevó a tener una gran admiración del pueblo pero, para sufrir a continuación por más de largos 20 años, persecución y humillación, aprendiendo de ese proceso de debilidad, a no apoyarse en sus fuerzas, a hacer de Dios su verdadero refugio, y a sostenerse en su gracia y en su misericordia.

David viviría y encarnaría en su propia vida el Salmo 23, donde declara a Dios como su Buen Pastor, quien lo alimenta, lo protege y le da dirección; donde llegó a ver a sí mismo como una oveja  indefensa, completamente dependiente de su pastor, enfrentando terribles crisis descritas como valles de sombra y de muerte, donde sin recursos, sin capacidades en sí mismo, se sostiene y halla aliento en la  Palabra, en las promesas de Dios.

Amigo(a) y hermano(a):

No es una gran confianza en ti mismo lo que necesitas, o en tus recursos y capacidades, lo que  necesitas para enfrentar con éxito las pruebas de la vida. Es una GRAN confianza en Dios y en sus recursos, porque en Él hay abundancia de Espíritu.

Son sus Palabras y sus promesas, las que te infundirán aliento en medio de las pruebas y te conducirán al cumplimiento de los propósitos divinos.

No necesitas huir o esconderte detrás de algún vicio, no podemos huir de su presencia, necesitas a Dios tu verdadero refugio.

Si tu confianza en ti mismo se derrumbó, si tus recursos se agotaron, si tus capacidades se hicieron trizas, sal de ti mismo porque eso solo aumentará tu actitud depresiva.
Levanta tu vista, PON TUS OJOS EN JESÚS, en su palabra, en sus promesas, Él es el autor y consumador de nuestra fe.

Y desde hoy, en Él, todo lo que vivas en esta vida, vívelo NO en tu fe, NO en tu autoconfianza, vívelo en la fe que Dios nos ha regalado en su Hijo, en LA FE DEL HIJO DE DIOS que nos es impartida en medio de nuestras debilidades y lágrimas, cuando abrimos nuestro corazón para Él en medio de nuestras crisis. Dios hace habitación para quedarse en un corazón contrito y humillado.

“El habita en las alturas y en la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el corazón de los quebrantados”
"En medio der tu angustia, invócalo, Él te librará y tú le honrarás"

¿Estás preparado?

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