martes, 18 de junio de 2013

¿QUÉ ES MÁS FÁCIL? "Una reflexión en el camino"

¿QUE ES MÁS FÁCIL? “Una reflexión en el camino”
Por Guillermo Ávila



¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Marcos 2:9

Estas fueron las palabras de Jesús en medio de una multitud sorprendida, al ver  que del techo de la casa donde se encontraba  descendían a un paralítico en su lecho con el propósito de que Jesús le sanara.

Nuestra primera impresión, como lo fue para estos amigos que descolgaban a este hombre delante de Jesús, es el dolor y la frustración de ver un amigo postrado, sin posibilidades de caminar y volver a ponerse en pie.
Tal vez se sentían responsables del accidente,  se sentían comprometidos y  estaban tan afectados por su condición que  solo deseaban verle restaurado en su salud.
¿Cuántas cosas pasan por la mente de un hombre que cae en esta condición?

Dolor, frustración, impotencia, sentimientos de culpa, resentimientos contra la vida, personas, contra Dios, al considerar injusta e inmerecida su condición. Jesús conocía su corazón.
Si tú has sufrido rechazo, abandono, abuso, violencia, pérdida laboral, económica o familiar. En fin, tantas cosas dolorosas que experimentamos en esta vida  tan agresiva y violenta por causa del pecado. ¡Cómo dañan el corazón!

Satanás busca  y usa cada fisura de la vida para controlar el corazón, para golpear nuestras emociones, para dominar y esclavizar nuestra alma, para robarnos  la fe, la esperanza y el sentido divino de nuestra vida. Esta condición de esclavitud es  la más grave de las parálisis, la parálisis del alma, que no nos permite vivir con esperanza y expresar la alegría de vivir la vida que Dios nos ha regalado.

El salmista David bajo la presión de la adversidad y la persecución oraba:
 “¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos, preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí;  Entonces seré limpio, seré integro, y estaré limpio de gran rebelión”

El Espíritu de Dios todo lo escudriña, aún los lugares más oscuros y profundos del alma y confronta nuestros temores. En la presencia del Señor, todo queda descubierto y expuesto delante de él.
Jesús podía ver y conocer  en su espíritu, la verdadera condición del corazón de este hombre  paralítico, y cual era su primera y mayor necesidad.

Tú puedes caminar, correr y aún reír por esta  vida cargando la parálisis de tu alma, aparentando una salud, una alegría  y una paz que nunca has experimentado.

Sólo este hombre paralítico  conocía el valor de las palabras de Jesús, que fueron  como un ungüento sobre las heridas de su corazón: “Hijo, ten ánimo, tus pecados te son perdonados. Ten paz”
Cuanto alivio y paz trajeron estas palabras a su corazón quebrantado.

Te aseguro, que se puede vivir con un miembro menos o con las piernas paralizadas, pero no es fácil vivir,  con un corazón lleno de amargura, de resentimientos, de odio, de conmiseración, de sentimientos de culpa, blasfemando y murmurando contra todo, y contra Dios.

Cuando uno es victimizado, no es fácil perdonar a quién nos ha ofendido o herido, pero no es posible recibir y experimentar el perdón y la gracia de Dios si no podemos perdonar.
“El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte” Satanás saca ventaja cuando hay un espíritu no perdonador.

Es la razón del consejo del apóstol Pablo: “Airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo, no deis lugar al diablo”

“Que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, por haber permitido brotar una raíz de amargura, que no solo te dañará a ti, contaminará todo a tu alrededor”

¿Cuál era la mayor necesidad del paralítico?
¿Cuál es la mayor necesidad de tu alma?

Jesús cubrió su principal necesidad. “Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados”

Y luego declaró:
"¿Qué es más fácil: decirle al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues voy a demostrarles  que el Hijo del  hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.

Entonces dijo al paralítico: A ti te digo, levántate, toma tu lecho y anda. Y al instante el hombre se levantó, y salió de allí, a la vista de todos. Por esto, todos se admiraron y alabaron a Dios,
diciendo: Nunca hemos visto una cosa así"

Tú que has venido delante de Dios con una petición especial, y al leer esta reflexión el  Señor ha descubierto tu corazón y su principal necesidad,  Él  te declara en esta hora: “Ten ánimo, tus pecados te son perdonados”

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar todos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”

Y para que sepas que Él tiene autoridad para perdonar tus pecados en esta tierra, Él también te concede tu petición especial y te dice: ¡Levántate y anda!

¡Levántate, anda y cuenta cuantas cosas Dios ha hecho contigo! Porque nunca hemos visto una cosa así.

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