jueves, 27 de junio de 2013

UNA CRISIS DE OBEDIENCIA "Una reflexión en el camino"

“UNA CRISIS DE OBEDIENCIA” Una reflexión en el camino
 Por Guillermo Ávila 


 
“Orad para que no entréis en tentación. Y Él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” Lucas 22: 40-42

Jesús viviría la más grande de las crisis que hombre alguno jamás haya experimentado sobre esta tierra, UNA CRISIS DE OBEDIENCIA, y marcaría el camino para que todos sus discípulos también en su momento puedan vivirla.

Sólo se puede vivir y pasar en oración.

Jesús describirá en su experiencia, que UNA CRISIS DE OBEDIENCIA  lleva al alma a una agonía tan profunda, a un clamor tan intenso, que su sudor será como grandes gotas de sangre que caen hasta la tierra.

ESTA CRISIS DE OBEDIENCIA, fue la verdadera cruz de Jesús, y es la cruz que todo discípulo que quiera  seguirle, deberá tomar.

Jesús mandó a sus discípulos a orar para no entrar en tentación, porque solo orando se ENTRA y SE PASA una CRISIS DE OBEDIENCIA, el no hacerlo, puede llevarnos a caer en la tentación de no enfrentar nuestra CRISIS DE OBEDIENCIA, eludiendo de esta manera nuestra obediencia a Dios, eludiendo tomar nuestra cruz y seguirle.

Todo creyente anhela obedecer a Dios, y es natural que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos guie a ello, pero los deseos de nuestra carne se opondrán a nuestra obediencia, resistirán el que tomemos nuestra cruz y le sigamos.

Esta es la razón que la mayoría de nuestras oraciones estén en función de pedir la ayuda de Dios, para ser librados del dolor, de las aflicciones, del sufrimiento, porque nuestra carne resiste la humillación, la negación, solo desea nuestro bienestar temporal.

Queremos obedecer a Dios, pero no tanto, no hasta el punto que nos lleve  al sufrimiento, o a la negación, donde perdamos  reconocimiento, posición, o donde tengamos que morir.

Jesús había sido obediente a Dios, había recorrido aldeas y ciudades predicando y ensenando, sanando a los enfermos y liberando a los oprimidos por el diablo. ¿Por qué no seguir ese mismo camino hasta el final? ¿Por qué tener que tomar la cruz? ¿Por qué tener que beber la copa que Dios le estaba demandando?

Jesús estaba frente a la tentación de evitar su obediencia hasta la muerte, estaba viviendo y enfrentando una profunda CRISIS DE OBEDIENCIA.

¿Cuántos creyentes ceden  en  la crisis de tentación, y no  enfrentan su CRISIS DE OBEDIENCIA?

¿Cuántos hijos de Dios evitan la cruz para facilitar su vida, y escogen un camino religioso sin mayores compromisos? pueden seguir predicando, cantando y congregándose, lo que no es malo, pero no era lo que Dios les demandaba, lo que Dios quería para sus vidas.

Es lo que más marca la historia de las  divisiones en la iglesia, donde cada uno escoge lo que más le beneficia, y no lo que Dios les demandaba, y para todo siempre tendremos una justificación.

Sin duda eludieron entrar en su CRISIS DE OBEDIENCIA.

Para Jesús, SU CRISIS DE OBEDIENCIA, fue beber la copa que su Padre le demandaba. Beber la copa que cargaba todos nuestros pecados, y lo más terrible, vivir por esa causa el abandono del Padre. Esa fue su verdadera cruz, su verdadera muerte.

Muerte es separación de Dios.

Jesús enfrentó su CRISIS DE OBEDIENCIA en Getsemaní, vivió su crisis de definición  en oración, puesto de rodillas oró: “Padre si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”

Getsemaní significa “prensa de olivos” condición necesaria para extraer su aceite. En Getsemaní Dios prensaría su alma, y extraería su obediencia, que le exaltaría a lo más alto de la gloria de Dios. Dios no le abandonó en su crisis, envió un ángel del cielo para fortalecerle.

UNA CRISIS DE OBEDIENCIA, es el lugar donde Dios nos conforma a su Hijo y extrae el fruto de su Espíritu y de su Vida en cada uno de nosotros. Donde no nos deja solos, pues Él es y será nuestra fortaleza, para llegar a ser participantes de su Gloria, de su Exaltación.

Necesitamos orar para no entrar en tentación.

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